lunes, 25 de enero de 2021

Antología de mis Amores Perdidos

 Capitulo ¿?

Adrián y Ana

 

Después de mí altercado en mi trabajo, no sabía si sería despedido o no, había pasado muchos años trabajando en el proyecto que estaban a punto de arrebatarme, busque mil maneras de resolver ese problema en el que me había metido, pero no éxito, sus abogados eran buenos, el mañoso contrato que me habían hecho firmar sin tener la oportunidad de analizarlo por completo me había hecho caer en esa maldita jugarreta.

El reloj de la pared de mi cuarto estaba a punto de marcar las cinco de la mañana, me encontraba en mi departamento en Santa Fe Ciudad de México, había dormido poco, pero lo suficiente para no sentirme fatigado, disfrute plenamente de la madrugada fría, mientras observaba el techo buscando crear figuras en el tirol para distraer mi mente. Todo se encontraba en silencio levemente interrumpido por destellos de luz que entraban por la ventana, me cubrí con una de las sabanas de la cama, inhalé mucho oxígeno para después soltarlo y relajar mi cuerpo.

Voltee hacia la ventana de mi cuarto la cual carecía de una cortina, podía observar gran parte de la ciudad desde el noveno piso, ya que me encontraba en una zona muy elevada, aunque no podía definir donde terminaba la civilización y donde las montañas.

Me levante y observe atentamente como muchos automóviles se aglomeraban a lo lejos por el semáforo, a pesar de ser fin de semana el movimiento nunca de ausentaba por completo., me dirigí hacia el baño y comencé a quitarme la ropa dejándola en el suelo.

Me fui directo a la regadera giré la perilla del agua caliente y esta salió al instante, también abrí un poco la fría para llegar a la temperatura ideal. Mientras empapaba mi cuerpo, deje por un instante que mis problemas se fueran por el drenaje, una vez que termine de asearme, salí hacia mi cuarto y me cambie de ropa, vistiéndome con uno de mis trajes de color azul marino engalanado con una corbata de color gris con franjas negras., mis zapatos pulcramente lustrados acompañaron mi estampa.

Tome algunas de mis cosas, como mi cartera y mi reloj para dirigirme al estacionamiento del edificio, saque las llaves de mi auto y una vez dentro arranque para irme a Puebla, no tenía ganas de estar en la ciudad, mi cabeza se haría un lio con todo lo que había pasado, tome la autopista y por la hora el tráfico era casi inexistente, me permitió abandonar la ciudad en poco menos de media hora.

Amaneció lentamente mientras conducía en la carretera, los primeros rayos del sol eran muy intensos, se abrían paso entre los espesos nubarrones, para iluminar las montañas a lo lejos, esos rayos dorados empezarían a nutrir a la naturaleza, y así un nuevo día iniciaba.

Eso era lo que yo necesitaba, volver a nutrirme para empezar de nuevo, y dejar fluir las ideas, mi alma se encontraba completamente perturbada por la ciudad y el trabajo, las cosas no habían salido muy bien últimamente, pero si lograba pasar un fin de semana fuera de ello, regresaría siendo otro o al menos eso es lo que yo esperaba.

Cuando amaneció por completo, el camino se veía limpio en la carretera México / Tuxpan y pase a un lado de la caseta que se dirigía hacia la capital del estado de Puebla, donde ella seguramente vivía.

A mi mente llegaron muchos recuerdas de aquel ayer donde pasamos momentos y aventuras únicas, aunque también con una dosis de amargura, al no concretar ninguno de nuestros planes, ya que en algún momento le dije que yo sería escritor, y ya a mis treinta años había dejado de lado mi sueño cambiándolo por la estabilidad de un sueldo y de la comodidad de mi carrera, siempre lo pensé como otra forma de expresar mis gustos, al escribir código, estaba escribiendo y eso me daba cierto descanso mental.

Llegue aproximadamente a Huauchinango a las diez treinta de la mañana, me dirigí a la casa de mi madre, ella no estaba en la ciudad, había salido con su esposo y mi hermano al norte de México, regresaría en un par de semanas más tarde, ellos no sabían nada acerca de los problemas que me estaban consumiendo.

Estacione el coche frente a la casa, algunos de los vecinos al escuchar el vehículo se asomaron por las ventanas haciendo a un lado las cortinas, le di muy poca importancia, tome las llaves y abrí la puerta principal, al momento despidió un olor a encerrado, no apestaba, pero si fue un poco incómodo.

Todo estaba como siempre, la televisión, la sala y el comedor en la primera planta, me dirigí hacia el refrigerador, tenía bastante hambre, había algunos encurtidos y también pan, decidí prepararme un sándwich para mitigar el hambre, tome el desayuno abriendo uno de los muchos cartones de leche nuevos que guardaban en la despensa.

Respire profundamente y por un momento fue como ser niño otra vez, me vi a mi mismo corriendo por los pasillos de esa casa, que en un principio solo tenía un piso, y dos cuartos, fue uno de los obsequios de mi abuelo, cuando estaba vivo, a él le gustaba llegar los primeros días del mes para compartir su pensión con nosotros, yo encantado iba a comprar con él la despensa y por la tarde regresábamos repletos de comida, para que mi madre los cocinara junto con mi abuela, a él le gustaba consentirme y me compraba una bolsa llena de las galletas de animalitos, en mi edad actual, esa galletas nunca me sabían tan bien como cuando él me las regalaba.

Cuando termine de comer, lave los platos y subí a la segunda planta, mi cuarto también parecía inamovible, mis recuerdos, algunos de mis juguetes adornando las estanterías, estaban presentes, abrí las ventanas para que el olor se fuera, me recosté en mi cama y todo fue tan placido que, sin darme cuenta, me quede profundamente dormido.

Mi sueño fue bastante horrible, puesto que me encontraba debajo de una enorme piedra que poco a poco me estaba triturando los huesos, intente levantarla, pero era inútil, observe a lo lejos la silueta de una mujer que se alejaba cada vez más, mi sueño cambio abruptamente al momento en que me dijeron que tenía que abandonar la empresa, iba a quedarme sin empleo y también sin los beneficios de mis descubrimientos, todo este tiempo había sido utilizado por ellos.

Desperté poco después, cerré las ventanas y salí de la casa hacia el centro intentando escapar de mi propia mente, no tarde mucho en llega la ciudad era bastante pequeña en comparación de ciudad de México, todo era bastante similar a mi niñez y parte de mi adolescencia, las fachadas aunque de un color distinto seguían conservando la ambientación de un pueblo de los setentas.

Al estar en la sierra madre oriental, el aire era muy puro y húmedo, esa tarde me refresco bastante, algunas personas se me quedaban mirando por mi vestimenta, quien iba a pensar, que un niño humilde que vivía en una casa de madera deteriorada ahora conducía un Chevrolet Cavalier del año además de tener una cuantiosa cuenta en el banco ahora volvía a sus raíces. Aunque nada de eso me hacía completamente feliz, me había alejado de todo y de todos, a excepción de mi familia, viviendo una vida vacía y sin satisfacciones, no es que no supiera como salir del plagio de mis inventos, sino que simplemente no quería hacerlo.

Me dirigí al jardín dejé el carro aparcado en un estacionamiento del centro, y pude ver la parvada de palomas que revoloteaban entre la explanada y el jardín, frente al honorable ayuntamiento de la ciudad, cada aleteo me recordaba como de pequeño me dedicaba a espantar a las palomas para que estas emprendieran el vuelo lejos de mí, corriendo feliz por todos lados para cansarme, no necesitaba dinero, ni mucho menos un carro, solo era feliz en mi pequeño e inocente mundo.

Pude apreciar que muchos de mis ex compañeros de escuela primaria, secundaria y bachilleres habían optado por una vida más tranquila y ahora atendía puestos de comida, o algunos locales donde vendían diferentes cosas, de entre ellos había una mujer a la que reconocí rápidamente, llamada Rosario la cual en algún momento me había tratado muy mal e incluso llego a decirme que no lograría nada en la vida, ella no me reconoció, llevaba lentes obscuros y el cabello peinado de manera estrafalaria además de una portentosa barba y bigote.

-Buenas tardes, disculpe ¿Tiene una nieve de queso? – Ella abrió grandes los ojos al verme, note por un instante que aprecio con su nariz la esencia de mi colonia, llenando sus pulmones y termino encantada.

-Hola Joven, si tengo – Sonrió la chica –Además de piña, coco, vainilla, fresa, aguacate, beso de ángel, nuez y grosella, si gusta le puedo hacer una combinada.

Habían pasado aproximadamente quince años en los cuales yo no lo había visto, el tiempo no había benévolo con todos, los años había hecho merma en su piel y su figura, aunque conservaba una buena actitud, uno de sus hijos le jalaba el delantal que llevaba puesto pidiéndole algo de comer.

-Espera a que termine de atender al joven mijito – Vocifero mi ex compañera con un poco de molestia, su hijo no parecía tener no más de cinco años.

Pedí un cono de dos bolas y con un barquillo de galleta, y ella lo sirvió gustosa, al poco tiempo apareció un hombre rechoncho que me miro con recelo y de forma altanera, no dijo ni una palabra, pero su expresión dejo muy en claro su disgusto.

-¿Cuánto va a ser? – Recibí el cono de nieve.

-Son cuarenta pesos señor – Dijo aquella mujer, mientras que su compañero cargo al niño y este lo llamo papá.

Pague y me despedí con una sonrisa para ambos, la reacción fue la misma que hace unos momentos, no le di demasiada importancia y me dirigí a una de las muchas bancas de metal alrededor del jardín, muy cerca del quiosco, a causa del calor me quite el saco y remangue las mangas de la camiza, empecé a comer ese helado, observe a unos niños de la secundaria que caminaban por ahí en grupo, entre ellos había una niña bastante guapa y me recordó a esa chica y en especial a nuestra última conversación.

-¿De verdad aceptaste ser su novia?

-Sí, ¿Por qué no? El me gusta mucho.

-Pero es un idiota, ni siquiera sabe deletrear su nombre – Ella se molestó tras mi comentario.

- ¿Me estás diciendo estúpida? - Me clavo la mirada con algo de desprecio e ira.

-Claro que no, el estúpido es él – Replique ante aquellas actitudes.

- ¿Crees que eres mejor? ¿Por qué lo serias? Últimamente te portas grosero y también muy arrogante, ¿solo por qué eres inteligente? O ¿Por qué quieres demostrar a toda costa que eres mejor? – Su respuesta fueron una serie de preguntas recriminando mi actuar.

-No lo dudo, soy mejor que él, soy quien realmente te haría feliz, quien podría tratarte como ningún otro chico te ha tratado, lo único que harás a su lado es sufrir, ¿Qué no te das cuenta? – El tono de mi voz empezaba a elevarse violentamente.

-En el corazón no se manda, es algo que debes de entender, si yo no siento más que un cariño de amigos hacia ti, debes aceptarlo…

-¿Es porque no soy tan apuesto como él? ¿Es por eso? Si fuera guapo ¿estarías conmigo? – Mi ira se estaba apoderando de mí.

-Cuando entiendas las preguntas que me haces, será cuando volvamos a hablar, si tú piensas que es por belleza, quiere decir que nunca me conociste.

-En ese caso, creo que… No tenemos nada más que hablar – Le respondí con mi ira al borde del colapso.

-No esperaba eso… - Se sorprendió por mis últimas palabras., pero yo también podía decidir no estar ahí.

-Yo tampoco – No volvimos a vernos.

Suspire por ese recuerdo, de ese muchacho al cual ya no le quedaba casi nada, más que su inteligencia para resolver problemas, sin darme cuenta ya me estaba comiendo la galleta de la nieve, mis dedos quedaron algo manchados por el dulce que se había derretido, rápidamente busque una servilleta, sin mucha suerte.

- ¿No has cambiado en nada verdad Adrián? – Levante lentamente mi rostro y era ella.

-Creo que me conoces Ana… - Ambos seriemos al volver a vernos.

 

Capitulo ¿?

De aquí en adelante.

 

Hace quince años que no la veía, desde ese momento había cerrado mis emociones, hasta que conocí a Eluzai y todo mi mundo se puso de cabeza, ahora era un hombre completamente distinto podría decir que frio y calculador con quien lo merecía o eso era a mi parecer, aunque no estaba seguro que los demás me vieran mejor o peor que eso, pero encontrarme de nuevo con Ana, era una sorpresa muy agradable.

Saque una cajetilla de cigarros, tome uno para empezar a fumar, mientras ella me veía algo sorprendida.

-¿Ahora fumas? – Me lo dijo con un semblante inquisidor.

-Claro, las cosas han cambiado mucho, lo único que no, es el recuerdo que tengo de ti – Respondí con el cigarro en los labios

-No ha de ser uno muy bueno, supongo… - Desvió la mirada hacia un lado, y después regreso a mí.

-Es muy bueno te lo aseguro, ven siéntate conmigo – Me hice a un lado para que estuviéramos cómodos - ¿Qué te trae por aquí? Hacía años que no te veía.

-Lo típico, la familia, vinimos a visitar a mis padres.

-Oh es cierto, ya tiene mucho tiempo que te casaste, ¿Estas con tu esposo? – Ella enmudeció por un momento, y después respondió.

-Mi esposo… se quedó en casa, no le gusta venir a esta ciudad, es bastante especial en ese sentido.

-Entiendo, entonces solo viniste con tus hijos, creo que es algo lindo, aquí es muy bonito, yo también tenía mucho tiempo sin visitar la casa de mi madre. Me da muchísimo gusto verte – Le dedique una cálida sonrisa, y ella se ruborizo un poco.

-¿En verdad eres tú? ¿Dónde está ese jovencito enérgico y explosivo? – Ella lo dijo de forma irónica, pero lo permití, también la última pregunta la hizo con un tono burlan.

-Se quedó en ciudad de México, no lo deje venir – El hielo se estaba rompiendo, mientras platicábamos pude notar, que ella había cambiado muy poco, su piel seguía siendo clara, y sus ojos ahora se veían más maduros, su cabello largo lacio y muy bien peinado, sus facciones eran finas y hasta cierto punto inocentes, no era una mujer muy alta, lo cual le daba la apariencia de una longeva juventud.

Vestía con una blusa de color negro casi escotada y unos pantalones de mezclilla azules, y zapatos con un tacón pequeño, sus antebrazos quedaban al descubierto y se adornaban con una pulsera en la mano derecha y un reloj en la izquierda.

-¿Aun la conservas? – Pregunte, mientras observaba la pulsera, pero ella respondió con otra pregunta.

-¿Por qué no habría de hacerlo? Alguien especial me la obsequio.

-Supongo que esa era la intención, pero me alegra que la tengas, es el símbolo de nuestra amistad.

Hace muchos años, le había tejido esa pulsera, tenía hilos de diferentes colores los cuales resaltaban en su muñeca por su color de piel.

- ¿Tu qué haces aquí Adri? – Así me llamaba, lo cual nunca termino de agradarme.

-Decidí tomarme unas vacaciones forzosas, ahora estoy desempleado y no quería estar en la capital.

-¿Enserio? Que mal Adri., no me fascina escuchar eso, pero si necesitas algo estaré un par de días, igual podría servirte para platicar un rato.

-No te preocupes, eso es algo que pasaría tarde o temprano, ahora solo quiero descansar, y replantearme las cosas para buscar un trabajo., o tal vez de dedicarme a la escritura, ya que la tengo muy abandonada.

-Eso me agrada mucho de ti, nunca te rindes., por eso te admiraba en la secundaria – Inconscientemente hice un gesto de ironía. – ¿No me crees? Veo que aun eres algo pesadito niño.

-No lo tomes a mal, es solo que la última vez que hablamos, no terminamos muy bien, y que me digas que me admirabas, me hace sentir que me perdí de algunas cosas.

-Bueno, no quería decírtelo porque te habría hecho más mal que bien, habría sido como alimentar más tus sentimientos, y eso… - la interrumpí.

-No pasa nada, créeme que te entiendo, gracias por decírmelo, viniendo de ti vale muchísimo, algo que he de reconocerte, es que nunca fuiste una mentirosa, decías las cosas por duras que fueran, eso a mí también me gustaba de ti.

-A veces era muy imprudente, pero ahora procuro no serlo tanto.

-Yo creo que, ambos nos hemos pulido en todos estos años, tu viviendo tu vida, yo enfrentándome al mundo, cada uno desde su perspectiva, pero me doy cuenta que tus ojos siguen siendo, con perdón de lo que diré, “Muy bellos”.

-Gracias… hacia mucho que no escuchaba esas palabras- La incertidumbre nos abordó, por un lado, yo quería halagar a mi ex compañera, pero por otra, a veces el imprudente era yo.

-Y yo, hacía mucho que no las decía – Mientras hablábamos, apague el cigarro, ya no me apetecía fumar, no lo hacía muy seguido, pero de vez en cuando me relajaba.

-Tú también has cambiado, mírate eres un hombresote, tu esposa no te ha de dejar ni a sol ni a sombra.

-No estoy casado, y de parejas bueno mejor no hablemos, mejor dime, ¿Trabajas?

-Sí y no, veras tengo un negocio en la capital del estado, eso me permite estar con mis hijos y atenderlos, mientras genero algo de dinero, a ti se te ve que te ha ido bien en ciudad de México – Todo eso me saco una sonrisa.

-Como dirías tú, sí y no., hace dos días fui despedido de mi trabajo como ya te mencioné, hubo fuga de información, y todos creen que yo lo hice, aunque no tienen manera de culparme, por eso no pueden proceder legalmente, y como en un tiempo me negué a trabajar en cierto proyecto, pues mejor me dieron las gracias., lo que peleo ahora son unas patentes, aunque no están dispuestos a dármelas, probablemente me quede en la calle.

-Se oye complicado, pero bueno tu siempre fuiste bueno para la escuela, seguramente encontraras la manera de resolverlo, “Siempre puedes”.

Sus últimas palabras resonaron en el interior de mi mente, como una fuerte bofetada en la cara, de todos los problemas que había tenido en la vida los había superado uno a uno, desde enfermedades, hasta conflictos sociales y laborales, mi secreto era, que daba por hecho que podría hacerlo y así lo hacía.

-Gracias Ana, de verdad – Suavemente tome su mano y acaricie su dorso, ella lo permitió e hizo lo mismo.

-¡Ay! Adri, tu puedes no importa la dificultad, si algo me enseñaste fue a nunca rendirme y a seguir adelante.

-Créeme que así lo hare o eso intentare– Cuando dije esas palabras un mechón de su pelo, se despeino, y yo lo acomode y suavemente tome uno de sus mejillas entre mis dedos índice y pulgar.

-¡Hey! No seas así, trátame con cariño.

-Siempre quise hacer eso – Ambos empezamos a reír como unos pequeños niños.

La gente iba y venía, algunos curiosos nos miraban de reojo, pude notar algunas caras conocidas viéndonos con injuria, así que alinee mi postura y deje de tomarle la mano y tocarla.

-¿Te gustaría que nos fuéramos de aquí?– Ella se empezó a sentir extraña.

-Si… vamos – Nos dirigimos al estacionamiento, sacamos mi coche y me dirigí hacia la carretera principal.

Ambos nos quedamos callados unos momentos, encendí el aire acondicionado para refrescar.

-Si quieres reclinarlo, la palanca está a un lado del asiento.

-Gracias, tu coche es muy bonito.

-Qué bueno que te gusté, nunca creí que te subirías a él, las coincidencias ocurren – Permanecimos un instante en silencio y ella lo rompió.

-Adri… ¿de verdad no me guardas rencor?

-¿Por qué debería? Digo no es como que me engañaras, o como dices alimentaras un sentimiento en mí, tarde en asimilarlo, pero al final, entendí lo mal que estaba actuando, no debí ponerte a escoger entre el o yo, porque solo estaba viendo mis sentimientos y no los tuyos, y creo que tu querías estar con él, al menos en esos instantes, luego me aleje porque no me sentía bien a tu lado., pero créeme que nunca desee tu mal.

-Sabes que yo te quería mucho, pero no de la forma en que tu deseabas., a veces el corazón es loco, y también se equivoca, aunque… siempre me pregunte como habría sido salir contigo.

-En aquel momento, pues no sé, supongo que una relación muy inmadura., aunque bueno tal vez habría querido darte todo lo que yo creía que era amor.

-¿Te imaginas? Tal vez hubiéramos terminado juntos y con muchos hijos – Ella empezó a reír.

-También tendríamos un perro, siempre he querido uno.

-Y un gato.

-Y saldríamos a pasear con los hijos vestidos de manera similar, para que vean que somos una familia.

-Estás loco Adrián – Ambos moríamos de la risa.

-Soñar no cuesta nada Mari, pero bueno casi llegamos al mirador, ¿no hay problema de que te robe un par de horas?

-No te preocupes, mis padres están con sus nietos, y van a querer que se los deje el mayor tiempo posible, si pasa algo pueden llamarme al celular.

Detuve el vehículo en el mirador, había muy pocas personas haciendo días de campo, se podía apreciar toda la ciudad e incluso se podía ver la presa, no nos bajamos del coche.

-Pero ya enserio Ana, ¿De verdad estas bien?

-Sí, ¿Por qué lo preguntas?

-Te noto un poco triste, sé que no nos hemos visto durante mucho tiempo, pero aún se cuándo no te sientes bien.

-Jamás dejaras de ser un sabelotodo ¿cierto? – Frunció ligeramente el ceño.

-Yo lo llamaría empatía, cuando éramos unos puertos, haya por inicios del dos mil, siempre reaccionabas de manera pasiva a tus problemas, eventualmente me los contabas, pero ahora siento que quisieras explotar, de verdad, confía en mi – Puse mi mano en su hombro en señal de solidaridad.

Guardo silencio por un momento y luego sonrió, articulo una sonrisa parecida a una mueca.

-Voy a parecer disco rayado pero, hace mucho que no me preguntaban eso de manera tan sincera – Tenia atoradas las palabras en la garganta, pero algo la detenía.

-Creo que no es el momento de hablar de eso Adri, no quiero abrumarte con mis problemas.

-Lo entiendo, disculpa por ser imprudente, créeme que solo quiero ayudarte, tal vez podría hacerte sentir un poco mejor.

-Mejor cuéntame de ti, ¿Por qué te despidieron?

-La versión corta es, confié en las personas equivocadas, firme documentos donde estoy prácticamente cediendo mis derechos, y ahora son suyos, cuando me entere me sentí completamente apaleado, quise buscar venganza, pero la realidad es que no sé qué podría hacerles, lo único que se me ocurre es competir con ellos, pero no le veo el caso, y ahora me están bloqueando otros sitios para trabajar.

-Y tu novia, ¿No te apoyo?

-No existe tal novia, o pareja de hecho ella fue así decirlo, quien me hizo ceder mis derechos, me duele más su traición que todo lo que me quitaron, mi confianza quedo rota – Toda esa historia la narraba con mucho pesar y tristeza.

-¡Ay! Adri, lamento escuchar eso – Como yo ella puso su mano izquierda en mi hombro en señal de apoyo.

-Pero bueno, esto solo es momentáneo, encontrare la forma de darle la vuelta a este problema, y después todo volverá a estar bien, o al menos a eso aspiro.

-Lo sé, eres muy tenaz – su rostro se volvió muy cándido, y cerró los ojos demostrando su confianza en mis palabras, yo volví a agarrar una de sus mejillas.

- ¡Ay! Eso no se hace malvado, yo tendré que hacer lo mismo.

Como si fuésemos un par de niños, empezamos a hacernos cosquillas, y a pellizcarnos las mejillas de manera tierna e inocente, yo no me dejaba y ella tampoco, en ese momento, deje de concentrarme en mis problemas y disfrute el momento, muy en el fondo sabía que posiblemente no habría una segunda oportunidad de hacerlo.

De un momento a otro empecé a ganar la pelea de cosquillas y pellizcos, hasta que quedo un poco arrinconada contra la puerta del copiloto.

-¿Te rindes?

-¡No! – Dijo fuertemente mientras me empezó a picar las costillas.

-Oye, no es justo eso no se vale.

-¡Yo hago mis reglas!

Ella me arrincono contra el asiento del piloto, y yo puse mis manos frente a mi en señal de defensa.

-¿Te rindes? – La tome rápida y suavemente de las muñecas.

-¡No! –Empezó a hacer fuerza, pero hizo tanta que termino dándome un cabezazo en la cara, rápidamente solté un grito ahogado.

- Perdón Adri, perdón – El golpazo me había dolito bastante, ella tenía su cabeza sema agachada y la subió lentamente, así que quedamos frente a frente muy cerca uno del otro, no recuerdo si fue mucho o poco tiempo, pero permanecimos así hasta que ambos nos ruborizamos.

-Lo lamento… disculpa por darte un cabezazo.

-No pasa nada – Sonreí, aunque la nariz me estaba matando de dolor.

Ambos nos incorporamos rápidamente, y ella volvió a sentarse correctamente, aunque nuestro rubor era evidente, me vi por el espejo retrovisor y luego a ella, me estaba evadiendo la mirada.

-¿Quieres que te lleve a casa?

-Aun no… ¿Podemos esperar un poco más? – Sus ojos parecían los de una niña que había sido regañada y suplicaba que no llegara el castigo.

- ¿A dónde quieres ir entonces? – Pregunte.

-Donde tú quieras.

 

Capitulo ¿?

La historia que jamás ocurrió.

 

Fuimos a un café y estuvimos recordando anécdotas de cuando éramos pequeños, de cómo me subí a la rueda de la fortuna solo por agradarle, de la vez que pase a recitar un poema el día de las madres y ella estaba enfrente de mi viéndome con cara de te voy a matar, también la ocasión en que ella se había peleado con otra compañera por romper nuestra maqueta, De la misma manera recordamos la ocasión que nos habían obligado a besarnos.

- ¿Recuerdas que una vez le tiramos pintura azul al perro del director?

-Si Ana, esa fue tu idea, no sé cómo me convenciste.

-Pues seguro fue por mi linda sonrisa, y mi hermosa personalidad.

-Yo creo que era otra cosa, pero bueno.

-Ah ¿Si? ¿Qué? ¿Qué estabas enamorado de mí? El señor ingeniero en sistemas, estaba enamorado de una chica común de su pueblo – Dijo en tono sarcástico.

-Eres muy simpática, lo dices de tal manera como si fuera algo malo.

-¿Qué tiene de malo aceptarlo? Yo sé que te morías por mis huesitos– Me miro entrecerrando los ojos.

-No, nada, es como si yo te dijera que en fondo querías vivir una relación apasionada y nebulosa conmigo.

-Bueno., si lo pensé, no es como que nunca me pasara por la cabeza, es solo que me dabas algo de miedo en ese sentido, a veces también era inestable emocionalmente.

-¿De verdad? ¿Por qué? – Su respuesta me había desconcertado por completo.

-Porque eras demasiado intenso, eso me daba miedo, imagina que hubiéramos tenido un problema equis, no se un ataque de celos de tu parte, por ejemplo, un poco de celos en una relación no es mala, pero tú te pasabas en eso, y eso que no éramos novios, me recriminabas muchas cosas con Ricardo.

Tenía toda la razón, en aquellos momentos era un chico demasiado explosivo y voluntarioso, me dejaba dominar por mis emociones más básicas, y no solía actuar muy bien, podía ser grosero o muy pedante.

-Debo decir, que estas en lo correcto, yo era así, pero con el tiempo y la experiencia, he ido mejorando, claro que no ha sido fácil – En ese instante recordé los problemas que había tenido por la misma situación.

- ¿Me estás dando la razón?

-Sí, porque la tienes, yo así me comportaba.

-Vaya, sí que has cambiado, y eso me alegra, hace unos años te habrías aferrado a que no tenía la razón, tu nuevo yo es mucho mejor, e imagínate ahora creo que has sacado tu mayor potencial.

- ¿Tú crees? Al final… madure, aunque no todo el tiempo, pero creo que es algo completamente normal ser irracional a veces.

Teníamos años que lo conocíamos aquel café, su ambientación rustica con música de guitarra acompañando a los comensales para amenizar el ambiente, este se encontraba muy bien escondido, ideal para las parejitas de enamorados que deseaban algo de privacidad. De manera tal vez inconsciente de parte de los dos, no queríamos ser descubiertos, y nos aprisionábamos en nuestra cafetería, como si de un bunker impenetrable se tratase.

Ella había pedido un té de limón con hierbas de menta, por mi parte hacia mucho que no tomaba un café americano expreso, además ordene una rebanada de pastel de queso y ella uno de zanahoria. Ambos comimos de nuestras rebanadas salvo que yo me termine la mía muy pronto.

-Eres un glotón, se supone que deberías esperar a beberte tu café y comer el paste para que duren más o menos lo mismo –

Empezó a regañarme mientras me terminaba en pocas cucharadas el pastel, y con su última frase yo me quede mordiendo mi pequeña cuchara.

-No me regañes, el pastel estaba muy bueno.

-En eso sigues siendo igual – Ambos reímos - ¿Quieres del mío? – agarro su cuchara y le quito una pequeña porción al su pastel.

- ¿Segura?

-Venga hombre, no te voy a contagiar nada, ¡Prueba! – Acerco mucho la cuchara hacia mi boca, y deguste de su invitación, el sabor era muy refrescante, el sabor de la zanahoria invadió mi paladar y después mi garganta, no se parecía a ningún otro que yo hubiera probado, pero muy probablemente, era porque antes había estado en sus labios.

- ¿Qué opinas Adri? Esta rico, ¿verdad? – Busco mi aprobación, yo sonreí y afirmé con los ojos.

- Puedo asegurarte, que el sabor es único.

En ese momento nuestras miradas se cruzaron, e inmediatamente sentí el contacto penetrante de sus ojos marrones oscuro. Sus ojos se tornaron intensos y muy destellantes, mientras más los veía, me sentía aún más atrapado entre ellos, sus pupilas destellaban mientras crecían, me sentí abrumado, pero no quise dejar de verla, de manera automática acerque mi mano derecha a su mejilla izquierda, la sostuve por un momento y la acaricie suavemente con el dorso.

-Jamás había sentido así tu presencia Ana, mucho menos tu calor, incluso ese perfume tuyo, aunque es muy sutil, me gusta bastante - Articule una sonrisa y pase suavemente mi dedo índice para marcar sus labios, ella no decía nada, solo lo permitía, pero una vez que termine de sentirlos hablo.

-Y yo, no creo haberte visto como ahora, tan diferente, tan hombre – Sonrojándose con sus últimas palabras, parecíamos dos adolescentes, quienes experimentaban su primera cita y la química hacía de las suyas.

- ¿Cuántos años han pasado para este momento? – Pregunte.

- ¿Eso importa? – Sentí un tono un poco molesto en su pregunta, alejo mi mano de su mejilla y tomo un sorbo de su bebida.

- Me importa, porque nunca pensé que podría pasar.

-No bromees con eso Adri, ¿Por qué no permitiría que me tocaras?

-Esa misma pregunta podría hacerla yo.

Ambos tomamos posturas de mayor seriedad, ese momento fue realmente incómodo para ambos, la diferencia es que yo ya no era el mismo muchachito torpe de hace quince años, así que empecé a jugar con las cartas que la vida misma me había hecho ganarme a pulso.

-Sabes Ana, a pesar de todo, aunque frunzas el ceño, sigues viéndote realmente hermosa, siempre aprecie tu largo cabello, y el tomo de tu piel sonrosada – Note perfectamente que esa mirada de furia pasiva, cambiaba a uno más relajado., así que continúe.

-Si yo supiera que esta es la última vez que yo podría verte a los ojos, creo que podría decirte muchas cosas.

-¿Por qué le das tantas vueltas a todo? Si quieres decir algo, solo dilo – Ella volvió a sonreír – No tiene que ser la última vez para que te animes a decir las cosas.

-No se trata de eso, sino que me puse a pensar de cuando éramos unos niños pre adolescentes, y no te dije ciertas cosas que me habrían gustado, como que eres una mujer realmente hermosa, tos ojos tiene el tamaño perfecto para hacer lucirte sublime y al mismo tiempo delicada, haciendo que tus facciones revelen un rostro bellamente femenino – Su reacción fue de asombro y después a sonrojo.

- Por favor para… - Lo dijo con una voz tímida – No creo que sea el momento para que me digas esas cosas, además puede ser que solo sea el momento y no lo sientas realmente, han pasado muchos años como para que me sigas viendo igual, yo misma he cambiado mucho.

- No es solo el momento., sigues siendo una mujer realmente bella, tal vez no esperabas esto de mi parte, y tienes razón, han pasado muchos años, pero negar la parte de mi corazón que estuvo perdidamente enamorado de ti, sería como rechazarme yo mismo.

- ¿Quieres otro cabezazo verdad? – Ambos volvimos a reír.

 

Capitulo ¿?

La despedida

 

Salimos de la cafetería, ya era de noche y ella telefoneo a casa de sus padres, quería saber si sus hijos estaban bien, por mi parte tenía muchos mensajes de texto sin leer, todos eran de la misma persona, una mujer que había dejado atrás en ciudad de México, insistía en que nos viéramos una vez más, que me explicaría como habían sucedido las cosas realmente, también que no me había traicionado como yo pensaba, no respondí ninguno., los seguí ignorando.

- Listo Adri, le avise a mi mamá que te había encontrado y que regresaría un poco más tarde a casa, que tú me llevaras.

- ¿Segura que no hay problema?

- Tranquilo, de hecho, ella me dijo que me divirtiera.

Ella me tomo del brazo y empezamos a caminar hacia el parque, las calles se iluminaban por diversos focos y farolas de colores, algunas caras conocidas nos veían con curiosidad, pero no se animaban a hablarnos, Ana parecía muy tranquila, incluso podría decir que se veía feliz.

A mi mente llegaron muchos recuerdos, de lo que habría dado por pasear con ella en mi adolescencia, y no es que no lo disfrutara ahora, pero era muy diferente, puesto que mis sentimientos habían cambiado, había aprendido a querer de una forma diferente y a vivir las cosas, una a la vez.

Suavemente pase mi mano por su cintura y la abrase pegándola hacia mí, ella no dijo nada, simplemente se acurruco en mi para seguir caminando.

-Adrián., ¿Ya te das cuenta? Ahí fue donde nos conocimos – Señalo la fuente de piedra de la ciudad.

-No podría olvidarlo, ibas con tu mamá, y yo estaba sentado contando los pesos que tenía en mi bolsa, por un momento te separaste de tu madre y me preguntaste si el peso en el suelo era mío.

- Pensé que tal vez lo había olvidado.

- Para nada, si tu sonrisa la tengo tatuada en mi mente.

Nos sentamos en la fuente, alrededor nuestro pasaba mucha gente con mucha algarabía, sin notarlo ambos estábamos tomados de las manos, señalando algunas cosas que nos parecían curiosas, cualquiera que nos viera podría jurar que éramos una pareja, aunque en realidad nunca lo hubimos sido.

-Ven, acércate, nos tomaremos una foto.

Me abrazo con fuerza y saco su teléfono para tomarnos la foto, acerco su mejilla a la mía y después los dos sonreímos mientras ella apuntaba la cámara frontal, la verdad es que era nuestra primera fotos juntos, a pesar de conocernos desde hace tanto tiempo, no teníamos una foto juntos, podría decirse que no eran tan común cargar con una cámara todo el tiempo como hoy día con los celulares, las fotos eran reservadas para momentos especiales, ya que una foto era una prueba viviente de que eso ocurrió, además del número limitado que podía tomarse aunado a que muy probablemente la foto saldría distorsionado o tapada por un dedo gigante atravesado.

- ¡Ey! Me estas apretando mucho – Mi amiga se quejó rápidamente, puesto que no me había dado cuenta de que la estaba presionando demasiado con mi mano en su cintura.

- Lo siento, no fue mi intención.

- Cálmate, no es para tanto, solo no seas brusco.

Esas mismas palabras me las había dicho años atrás, después de estar en una situación similar, suavemente dejé de presionar su cintura, mientras ella seguía tomando fotos, movió un poco su cara y me dio un beso dulce en la mejilla, sentí sus suaves labios rozar mi piel, me estremecí por dentro, era parte de la galería de fotos que nos estábamos tomando.

En un instante quise hacer lo mismo, sin dejar de mirar a la cámara y volteé para darle un beso en la mejilla, al momento de intentar hacerlo, también hizo lo mismo, sentí el roce de sus labios con los míos, el roce fue húmedo y muy suave, al notarlo, ambos nos vimos a los ojos, pero sin separarnos uno del otro, sentir la humedad de sus labios me pareció exquisito, acompañado de una mirada intensa y llena de ternura, solo me vio a los ojos unos segundos para enseguida cerrarlos lentamente, entregándose en ese beso enervante.

Sentí un calor interno que me estremeció, mi respiración se volvió pausada y mis ojos se fueron cerrando lentamente, la tome de las mejillas y continúe unido a sus labios, mi deseo por sentirla mía creció de manera egoísta explotando en mi mente y alterando mi corazón, con una intranquila suavidad, mis manos la acercaban a mi aprisionando su cuello, hasta sentir su cuerpo completamente junto al mio, presionando su pecho con mi ser.

Ella me rodeo con sus abrazos al redor de mi cuello de una manera más brusca, puesto que nuestra disparidad en tamaño la obligaba a ejercer una fuerza mayor que la mía., ignoro el tiempo que estuvimos tan cerca, pero al separarnos, ambos enmudecimos sonrojados.

-Fue justo como lo imagine…

- ¿A qué te refieres Ana?

-Ya no eres un niño – Me sonrió dulcemente y sonrojada – Hace años no habrías hecho esto, seguramente te hubieras echado a correr.

Nos encontrábamos abrazados, para ese entonces, sentía completamente su cuerpo suave y cálido, la incomodidad se había ido mientras que nos acercábamos más el uno al otro.

-Las cosas han cambiado, los dos ahora somos diferentes, tal vez mejores que hace años, la diferencia concreta es en cómo vamos a tomar nuestros actos, y en este momento creo que ambos deseamos lo mismo. Y en este momento no deseo estar con otra mujer que no seas tú.

Sus mejillas estaban sonrosadas, su exhalación se hico densamente calidad, mientras nos veíamos a los ojos, intento desviar su mirada, pero no podía dejar de mirar mis labios, así como yo no podía dejar de ver los suyos.

-Deja de mirarme así, me pones nerviosa ¿sabes? – Dijo tímidamente, mientras se separaba lentamente de mí.

-Lo siento, no tengo otra mirada – Sonreí.

- ¿Y ahora? ¿Qué es lo que sigue? ¿Nos juramos amor eterno? ¿Pensamos en el futuro? – Sus preguntas fueron en un tono muy sarcástico., pero igual fueron desconcertantes.

- No estoy acostumbrado ahora a planear el futuro, me he encontrado con que nada está escrito, ahora creo que es el momento que te lleve a casa, seguirá una despedida corta, no te juraría amor eterno porque ni siquiera sé si estaré el día de mañana., claro que vamos a pensar en el futuro, siempre hacemos eso.

Mis respuestas fueron secas y ásperas, ya que también noté cierto reclamo en sus preguntas, la situación no era para nada fácil o cómoda, pero se estaba tensando demasiado, y tenía que ir con cuidado., si bien en su momento estuve perdidamente enamorado de ella, ahora controlaba más mis sentimientos y aun debía descubrir lo que realmente quería.

- ¿Solo eso? – Molesta me dio la espalda – Pensé que dirías otra cosa., tal vez podrías ser más hozado o que se yo.

- ¿Esperabas algo más de mí?

- ¿Tu qué crees? ¿A caso tendría que decírtelo? Si es así, entonces no lo quiero.

-Lamento que pienses de esa manera, podría ser mucho más hozado como dices, pero no acostumbro mentirles a las personas que realmente me importan, si quieres hipocresía o arrebato, conmigo no lo encontraras, ya que no eres cualquier mujer para mí.

-Eres un tonto – Su mirada ensombreció., pero al finalizar esas palabras la abrace.

-Te quiero, y no quiero tomar las cosas como un juego fugaz, pero tampoco invertiré mi tiempo con algo que se perfectamente que es demasiado difuso., no me has dicho casi nada de ti, ni de tu situación y mucho menos de lo que quieres, merezco la verdad de tu parte, aunque sé que en este momento no me la darás.

- ¿Por qué seguiste besándome entonces?

-Porque lo deseaba tanto como tú.

Sus ojos se humedecieron y se acercó a mí para darme un beso ahora más intenso, más vivo y con deseo encarnado en pasión y desenfreno, yo respondí de la misma manera.

Cuando nos dimos cuenta del tiempo, pasaban de las diez de la noche, nos dirigimos a mi coche y emprendimos el regreso a casa., ambos estábamos callados, tratando de ocultar el desenfreno de nuestros sentimientos.

- ¿Te llevo a tu casa?

- No lo sé, aun quisiera que no terminara nuestra cita.

Puse mi mano sobre su muslo izquierdo, lo acaricié suavemente.

-Vamos – Arranque el coche.

jueves, 3 de diciembre de 2020

Gantz Otro Cielo [+18] Tomo 2

 


Tomo 2  

 

Capítulo 1

Miedo

 

Alberto, se encontraba tirando en su cama, pensó y volvió a pensar en todo lo que había vivido en esa noche, el dolor, la sangre y desesperación le habían obligado a sacar fuerzas de flaqueza, su mente a pesar de todas las emociones que sentía, mandaba el mismo mensaje.

“No quiero morir”

En unos instantes, empezó a sentir una gran opresión en el pecho, los ojos empezaron a nublársele, mientras que intentaba respirar ya que sentía que le faltaba el aire, los mareos fueron muy fuertes, a pesar de estar acostado, sentía que todo le daba vueltas., intento inhalar fuertes bocanada de aire.

-No puedo… no puedo… respirar – (Fuertes jadeos) – Su cuerpo no le estaba respondiendo, el estómago lo tenía vuelto loco y su corazón latía fuertemente en su pecho, incluso podía ver como este violentamente se agitaba más y más.

-Me voy… - (Fuerte inhalación de oxigeno) ­– A… morir –

Todo estaba pasando demasiado rápido, la adrenalina estaba abandonando su cuerpo, el peligro había pasado, pero la presión en el pecho y el hartazgo del aire en sus pulmones no cesaba, impidiéndole respirar.

Se levantó y empezó a caminar por todos lados en su pequeño departamento, la desesperación se estaba apoderando de él, tenía el traje puesto y sentía que le estaba asfixiando, rápidamente empezó a despojarse de sus ropajes hasta quedar completamente desnudo, su boca estaba seca y sin pesarlo fue a lavabo a tomar agua, bebió con desesperación pegado al grifo, hasta que se sintió satisfecho., se le aclaro la garganta y muy lentamente empezó a respirar mejor.

Su cuerpo estaba muy tenso, volvió a acostarse y se cubrió con una manta, su miedo a morir se disipo poco a poco, y cuando pudo controlarse un poco abrió su ventana, estaba en un quinto piso, la idea le paso por la mente., pero no lo hizo.

Todo era tan irreal, tan desesperante, pero a pesar de ello, él era un cobarde., se culpó a si mismo por haberse dejado asesinar, a pesar de que no había sido su culpa, la noche había sido demasiado espantosa, se metió al baño y abrió el agua fría, quería despertar, deseaba despertar con desesperación, el agua fría destemplo su cuerpo, el frio se apodero de todo su cuerpo, mientras dejaba salir sus lágrimas, y después se golpeó fuertemente la cabeza contra el mosaico color café que estaba en su baño, el golpe agrieto parte de la pared lastimando la frente de Alberto, la sangre se combinó con el agua, para posteriormente irse por el drenaje, no le dolía solo dejo que sucediera.

Salió de la ducha, convenciéndose así mismo que estaba despierto, gran parte de su vida siempre había tenido que superar pruebas muy grandes, se había propuesto estudiar en la Universidad de Puebla para mejorar, también para olvidar las aflicciones que tenía en su vida, pero ahora esto rebasaba todo lo que en algún momento había conocido, miro el traje tirado por el suelo, también la pistola y catana que se había llevado consigo.

Una vez más se desplomo en su cama, miro hacia el techo e intento buscar figuras para distraerse, pero el sonido de mensaje de su celular lo distrajo.

-Hola Al, Soy yo ¡Mario! Disculpa que te

moleste tan temprano, pero imagino que

todo ahora te debe parecer muy agridulce,

yo así me sentí la primera vez. L

Observo por un momento la pantalla, pero no tenía ganas de responder, se acomodó en su cama, cerró los ojos un instante para quedarse profundamente dormido.

Muy lejos de ahí, estaba Paola en su casa., su madre la reprendió por haber llegado de madrugada y por ese extraño atuendo que tenía, la infanta solo guardo silencio y recibió el regaño, pregunto por su papá, pero este hacia mucho que se había ido a trabajar, era un importante empresario, viajaba por toda la república mexicana.

-Dios santo, ¿Por qué siempre me das estos disgustos niña? Me tienes harta, tu padre nunca esta, y tú pareces tener una aversión por irte de aquí, no creas que no sé cómo te escapas, es por el cuarto del servicio, despedí a esa maldita sirvienta que siempre te anda solapando tus escapadas por las noches.

Su madre estaba encolerizada, a tal grado que parecía como si le fuera a salir espuma por la boca, cual perro rabioso, no podía ver más allá de lo que realmente había sucedido, aquella chica, seducida por un hombre mayor, que le prometía emoción, seguridad, cariño, aventuras y libertad, fue cruelmente traicionada y obligada realizar actos tan denigrantes como grotescos a favor de los más viles y despreciables seres humanos, coludidos con su aparente mejor amiga.

Mientras escuchaba el sermón, recordaba por algunos momentos de lo que había sido víctima y de que una cosa había querido comérsela horas atrás., salieron rápidamente sus lágrimas, mientras su madre fastidiada continuo.

- ¿Ahora vas a llorar? Deberías dejar de comportarte como una niña caprichosa, ¡¡¡Lárgate a tu habitación y no salgas hasta que sea la hora de la comida!!! ¡¡¡Estúpida!!!- Su rostro, aunque muy bello, se veía horroroso al regañar de esa manera a su única hija, de la cual nunca se había ocupado, en un matrimonio en el cual solo era un adorno, pero le encantaba la opulencia y todo lo que tuviera que ver con despilfarros de dinero, Paola había sido la llave para abrir esa puerta.

 La niña, aunque vivía en una mansión con todos los lujos habidos y por haber, se sentía completamente sola, cuando llego a su habitación cerró la puerta con seguro y se dirigió a su cama, se envolvió entre las sabanas y cobijas, para nuevamente abrazar sus piernas dejando correr sus lágrimas.

Cerros los ojos y volvió a contemplar el rostro de aquel hombre y especialmente recordaba su aroma a tabaco barato, lo maldijo un millón de veces, mientras sus recuerdos la transportaban a aquella camioneta para poco tiempo sentir la tierra mojada en su cara tras ser abandonada en una zanja a las afueras de la ciudad de Puebla con una herida en el pecho, con la que termino muriendo por desangramiento.

- ¡No dejare que la mates!

La voz de ese muchacho resonó en su cabeza., las manos le temblaban y su cara no reflejaba mucha seguridad, el miedo impregnaba sus ojos y a pesar de todo, le ayudo., en su abismo de oscuridad, había encontrado un pequeño chispazo de luz., tal vez…

El bar de Adolfo se encontraba al otro lado de la ciudad, casi a las afueras para ir rumbo al distro federal, había muchos negocios similares al suyo, para vender diferentes tipos de estupefacientes o bebidas embriagantes, además de una famosa red de prostitutas de la cual él era uno de los patrocinadores en su bar.

- ¡Hey! Adolfo, ¿Dónde te metiste toda la noche? – Pregunto uno de sus fieles barman con cara de matón de poca monta, además de estar clavo y tatuado por muchos lugares.

- No te preocupes por eso Ramón, fui a hacer un encarguito – Su asistente sonrió, sabía que eso significaba más dinero para él además del negocio.

-¿Trajiste de la buena patrón? – Hizo una seña con la nariz, aspirando rápidamente, Adolfo con una expresión severa le respondió.

-Aquí no Ramón, esto es un negocio “familiar” – Esta frase la decía siempre que se encontraban en el bar, en antaño el cantinero había sido un gran fanático de la lectura, y esa frase la había sacado de un libro, pero más que solo eso, el respetaba aquella cantina como algo sagrado, algo que nunca le había explicado por completo a su ayudante.

-Bien jefe, tu mandas – Ramón bajo la mirada y respondió con su voz aguardentosa – Nuevamente te llevaste a Sofía ¿Verdad? Muchos clientes estuvieron preguntando por ella anoche, es la mejor de tus chicas, ojalá el sueldo me alcanzara para poder pasar una noche con ella – Empezó a dar enorme bocanada de aire para las risotadas que empiezo ladrar.

-Déjate de pendejadas y vamos a hacer cuentas, y como falte un puto peso te quedas sin salario por mamoncito-

-De acuerdo, de acuerdo, uno ya no puede hacer bromas al jefe –

Ramón era más corpulento, más joven y aparentemente más fuerte que Adolfo, pero en cada réplica del cantinero, este le temía., su relación si bien parecía agridulce ellos se tenían mutuo respeto, se conocían de años además de que en un principio el barman había sido el guardián del burdel, pero ahora trabajaba para Adolfo.

Se fueron a la oficina y comenzaron a hacer cuentas, ese espacio de jefatura para Adolfo, está muy bien adornado, con fotos de varios famosos que alguna vez pisaron el local, incluso de algunas artistas mujeres, que se había tomado fotos con el cantinero, el escritorio era de fino ébano, acompañado por una comodísima silla de piel con un gran respaldo, también era giratoria y móvil, además tenía una vitrina con muchísimos licores y tras el escritorio una enorme caja fuerte, donde estaban todos los secretos del viejo.

-Y bueno jefe ¿Te cuadran? – Adolfo estudio las hojas de ingresos y egresos, hizo una mueca y después miro a su ayudante.

-Falta dinero Ramón – El barman abrió los ojos horrorizado, porque Adolfo lo miro entrecerrando los ojos, este trago saliva.

-¿Cómo que falta dinero? – Incluso su voz se escuchó de repente más clara y menos rasposa – Yo conté todo personalmente varias veces – El viejo sonrió.

-Es broma hombre, sé que mi negocio está en buenas manos – Empezó a reír, mientras relajaba sus músculos.

-Que te jodan Adolfo, casi haces que me cague – Ramón estaba completamente enfadado, su tensión hacia estado por el cielo.

-Ya hombre, todo bien, vete a casa a descansar, seguramente tu esposa y tus hijas te esperan – Adolfo tomo un fajo de billetes y se lo dio a su barman – Yo me quedare a revisar unos asuntos.

Su ayudante se despidió, y al poco tiempo ya no había ni un alma en ese lugar, el viejo abrió uno de sus cajones y saco una foto, en ella estaba una mujer morena de cabello largo, de aspecto frio y corpulenta, cargando a un pequeño niño que parecía de cuatros años.

- ¿Aun te gusta ver esa foto? – Se escuchó una entrometida voz en su oficina.

- ¿Qué haces aquí?

Alberto despertó por la tarde, se encontraba un poco más descansado, la temperatura había bajado, el frio se apodero de su pequeña vivienda, obligándole a vestirse de nuevo, se había saltado las clases por ese día, el shock había sido demasiado, guardo el traje en una mochila, salió de su habitación, necesitaba caminar y comer.

Fin del Capitulo 1 

 

Capítulo 2

Encuentro furtivo

 

Tras pasar un par de días sin ir a la escuela, Alberto se decidió, tenía que continuar con su vida, no era un chico especialmente popular, su ausencia no causo para nada un impacto en sus compañeros, el prefería mantenerse alejo de ellos, reunió todas sus energías para ir a su campus, la vida nuevamente volvía a ser rutinaria, los mismos camiones, las mismas personas en la mañana preparándose para irse a trabajar, con la diferencia que ahora el estudiante escuchaba música a todo volumen de su celular.

Su trato hacia el exterior era total indiferencia, el solo era un grano de aren en la inmensidad del desierto, nada había cambiado., continuo su camino hacia la escuela hasta que en un puesto de periódicos leyó una nota en una revista amarillista de esas que solo presentaban notas rojas, causando morbo para ser adquiridas, el gancho había funcionado, Alberto compro la revista y una vez en el colectivo, se tomó fuertemente del pasamanos e intento leer.

Terror en la zona Safari

Por Jonás del Bosque

Asi como usted lo está leyendo, hace un par de días,

Se suscitó un horrible espectáculo en las afueras de nuestra

Hermosa ciudad de Puebla, se encontraron varios cadáveres

De los simpáticos animalitos que todos gustábamos de ir

A visitar a la zona de África.

¿Qué fue lo que paso?

¿Quién deseaba ver muertas a estas hermosas especies en peligro de extinción?

Nadie lo sabe, se sospechó de una falla en las zonas aisladas

De los depredadores, los cuales por sus instintos empezaron a cazar

¡¡¡PUES NO!!!

Si eso es lo que piensa, es usted una persona de mente pequeña,

Ya que las principales víctimas fueron dichos depredados,

Los cuales fueron brutalmente asesinados para posteriormente ser

¡¡¡DEBORADOS DE FORMA DEPRAVADA!!!

 

El corazón de Alberto dio un vuelco, puesto que había estado la noche de la perpetración, siguió leyendo.

Se encontraron varias cosas que no cuadran

Charcos de sangre en agujeros gigantes, como si el poderoso

Martillo de Thor se tratará, solo que mucho más grande, ya que no se explica como

Es que la tierra quedo perfectamente sumergida

¿Perforadoras industriales?

No sea usted un ignaro, nada que exista en este mundo

Puede hacer una cosa semejante.

¿Qué es lo más sobresaliente?

Se encontraron cuerpos que no coinciden con ningún animales

En la Tierra.

¿Aliens?

¿Monstruos de misteriosos?

¿Bandas terroristas?

NADIE LO SABE

Seguiremos informando

 

-Esos no fueron animales… - Dijo muy débilmente, mientras observaba como dejaba su parada muy atrás, se alarmo y se abrió paso entre los usuarios del colectivo.

-¡¡¡BAJAN!!!- Grito al chofer, el cual lo dejo muy lejos de donde él quería llegar.

Alberto comenzó a correr con todas sus fuerzas, ya que pronto seria la hora de entrada, sintió que sus pulmones se llenaron de aire y posteriormente inicio la carrera contra el tiempo, esquivando a los transeúntes, observo su reloj y apresuro el paso, cada paso era doloroso para sus piernas, ya que no estaba acostumbrado a realizar tal esfuerzo físico.

Por un momento sintió aquella energía que lo había invadido noches atrás, recordando por unos instantes el engrosamiento de sus músculos, llevando sus capacidades humanas al límite, dotándole de fuerza sobre humana, de una capacidad fantástica., su corazón latía muy fuerte por el esfuerzo, sus piernas estaban a punto de vencerse.

Escucho el primer toque del timbre a lo lejos, a pesar del dolor el seguido adelante, intento no respirar por la boca, a pesar de que su cuerpo se lo exigía, y llego a la puerta, muchos lo vieron impresionados, mientras todos desaparecían, su objetivo era llegar al salón., pero en un instante volteo a su izquierda ligeramente y vio a Marín, aflojo el paso pero el impulso hizo que cayera hacia enfrente, reacciono para meter los brazos, y esto lo hizo girar sobre su cuerpo, para posteriormente estamparse contra un muro, casi nadie lo vio, se levantó y se fue al salón, pero la puerta estaba cerrada.

Intento golpear la puerta, pero estaba exhausto, el profesor no le recibiría, las normas de la clase eran claras, no se le recibía a nadie después de que el maestro entrara a dar catedra, lentamente camino hacia la cafetería.

- ¿Es usted joven Alberto? – Pregunto una voz masculina.

- Si maestro… disculpe… llegue tarde…

- Hay que levantarse más temprano – Observo su pupilo y noto la expresión de desgaste, además de que el brillo de sus ojos era muy escaso, por un momento había pensado en reprenderlo, pero no lo haría.

- Lo siento…

- Por esta ocasión, y porque no ha venido a la escuela, le dejare pasar señor, que no vuelva a suceder ¿Ok? - Alberto articulo una pequeña sonrisa en gratitud, la primera cosa buena que le pasaba en un tiempo.

Aquel profesor, era un hombre de mediana edad, siempre vestía formalmente, en clase era muy estricto, pero era alguien en quien podías confiar, de hecho, tenía mucho aprecio por el alumnado.

Las clases ese día fueron completamente normales, para suerte de Alberto no volvió a encontrarse con alguien desagradable, siempre esperaba a que todos se fueran para el tomar tranquilamente sus cosas y regresar a casa., aunque ahora estaba pensando en aquella nota roja., pero movió su cabeza de manera negativa y la tiro a la basura, los veinte pesos peor gastados en su día, tomo sus cosas y salió fuera del instituto, su celular vibro.

Hola Al, soy yo otra vez., te he estado buscando

¿Podríamos vernos? De hecho, voy detrás de ti

Espérame por favor.

Nuevamente llegaba un mensaje de Mario, era algo de lo que no podía escapar, volteo hacia atrás y el chico de lentes se acercó lo más rápido que pudo hacia donde estaba, intento articular una débil sonrisa.

-Hola amigo, Al… eres difícil de localizar, pensé que nuestros campus estaban más cerca.

Mario vestía el uniforme de la misma escuela que la de él, solo que el escudo además tenía la insignia de los ingenieros en sistemas.

-Discúlpame Mario… la verdad es que estos días he estado muy confundido., necesitaba tiempo para mí.

-No te preocupes amigo – A Alberto le molestaba que le llamara amigo, no se conocían de nada, el otaku, intentaba ser amistoso, pero él era bastante áspero, no era a propósito, solo no quería involucrarse con nadie., pero Mario continuo.

-Veras, hay cosas importantes que no hemos hablado, te habría ido a buscar a tu casa, pero olvide pedirte tu dirección, ¿Tienes tiempo?

Estaba a punto de decir que no, pero observo que Marín se despedía de unas personas a lo lejos y se dirigía hacia ellos.

-Si… si – dijo nerviosamente – ¿Vamos al centro no? Mira ahí viene la colectiva.

-Está bien., solo que… - No termino de decirlo, y Alberto lo empujó hacia dentro del transporte – Espera Al… tenemos que hablar.

-Vamos, que el camión se ira – ambos se subieron y rápidamente encontraron asientos para acomodarse, a diferencia de la mañana que todos iban llenos, Mario saco de su mochila un blog de dibujo.

-Mira Al, estos son los dibujos que he hecho de los “Aliens” para que te des una idea de ya sabes qué.

Alberto tomo el blog, los dibujos eran realmente buenos, tenían una breve descripción del extraterrestre en cuestión.

 

Alíen: Chabelinense

Le gustan: Programas de concursos

No le gustan: Niños

Frase: ¿Qué paso cuate?

Puntos: ¿¿¿???

¿Quién lo derroto?  Mónica (La sádica)

Este rival era muy parecido a un muñeco que fue muy popular en los ochentas o noventas, parecido a un animador de concursos que se transmitía los domingos por el canal de las estrellas en México, su aspecto parecía ser el de un robot del tamaño de una botarga.

-¿Pero qué demonios? Esto debe ser una broma – Alberto se sobresaltó, había pensando en algo más deforme como la última vez, pero ahora se daba cuenta que tal vez podrían ser cualquier cosa.

-Si eso te impresiona, mi otro dibujo te dejara pasmado.

Rápidamente cambio de hoja y vio el otro alien, este era aun mas inusual que el anterior.

Alíen: Maya

Le gusta: El canto de las Aves

No le gustan: Mestizos

Frase: Te busca mi corazón

¿Quién lo derroto? Ulises

Ese alíen era parecido a un guerrero Maya, engalanado con una vestimenta de guerra, con un escudo y un arma de madera dentada con obsidiana conocida como macuahuitl, la base de madera donde todo se unía, tenía un grabado de un cráneo, adornado con lo podrían ser piedras preciosas.

Alberto analizo y quería más información además de la que tenía en el escrito, la bajada estaba próxima, cuando pararon empezaron a caminar y el muchacho empezó a lanzar preguntas.

-¿Cuándo tiempo has estado haciendo esto Mario?-

-Unos meses, aproximadamente siete, solo que no he tenido tantas misiones como piensas, solo han sido las tres de mi blog, el alíen Maya mato a varios del equipo, ya que constantemente estaba creciendo, pero a todos nos tomó por sorpresa, parecía ser alguien fácil de derrotar al principio, de hecho, fuimos transportados hasta la Riviera Maya, conocí chichenitza de noche., él estaba en la cima de la pirámide y nada más llegar empezó a matarnos, fue horrible, era tan fuerte que el traje no sirvió para nada – Al recordarlo Alberto noto el miedo y desesperación en sus ojos, y Mario continuo.

-Lo atacamos con todo lo que teníamos, recibí un ataque el cual me dejo inconsciente y desperté ya que estábamos en el departamento y posteriormente solo quedamos nosotros de un grupo aproximado de quince personas, todas muy fuertes cayeron ante su fuerza, no hay términos medios con los oponentes, a veces simplemente caemos como moscas, igual el problema que detectamos fue que no éramos un equipo, cada uno iba por su lado, los inexpertos trataban de apoyarse de los fuertes como Ulises, pero el solo los usaba como carne de cañón, la verdad no comentamos nada acerca de lo que paso los que logramos sobrevivir, en esa misión Adolfo consiguió los famosos cien puntos o eso me dijeron, la verdad es que prefiero no cuestionarlo, pero tiene un arma muy poderosa.

Mientras Mario hablaba, Alberto se hacía mil y un imaginaciones en la cabeza, ¿El próximo alíen sería muy fuerte? ¿Terminaría muriendo de forma horrible? Su estrés llego a tal grado que sintió nuevamente que le faltaba el aire.

-¿Estas bien Al? – Mario noto su dificultad para respirar, mientras se intentaba detener de una pared.

-No, no estoy bien… necesito uno minutos – Jadeaba muy fuerte, intentando llenar de aire sus pulmones, las manos empezaron a temblarle.

-Ven vamos a sentarnos un rato – Le sugirió Mario, mientras se dirigían a una banca vacía en el centro – Iré a comprar un poco de agua espérame aquí.

El muchacho, estaba invadido por el pánico, lo único en lo que podía pensar era en “no quiero morir”, apretó los puños en desesperación, lo hacía con mucha fuerza, mientras intentaba recobrar el aliento, su corazón estaba alocado, empezó a marearse y se echó contra el respaldo de la banca.

-Cálmate… todo está bien…- Obligo a su cuerpo a respirar despacio y lentamente, muy lentamente se tranquilizó, pensó en una imagen de sí mismo, la más fuerte donde estaba vistiendo el traje, esforzándose por no dejar morir a sus compañeros.

-Quiero ser él, quiero no tener miedo, quiero ser fuerte – Concentro sus fuerzas en ese símbolo de sí mismo para no caer más profundo en el abismo, apretó los dientes giro a su izquierda y ahí estaba ella.

Sus ojos se cruzaron por unos instantes, impresionada por el encuentro fortuito empezó a caminar en dirección hacia él, arqueando una sonrisa de oreja a oreja, una joven rubia de ojos castaños se aproximaba, Alberto estaba sudando por el esfuerzo mientras que reconocía a Paola., se sentó a su lado dedicándole una cándida sonrisa.

-Hola… - Dijo tímidamente, su voz sonaba demasiado joven además de muy aguada – El estudiante solo intento arquear una débil sonrisa a modo de respuesta.

La infanta llevaba el uniforma de la secundaria, llevaba el cabello suelto y el dobladillo de su falda era mucho más arriba de lo esperado, tenía frenos los cuales sin darse cuenta le estaba presumiendo a si interlocutor.

-Disculpa que no te agradeciera la ocasión anterior… estaba demasiado confundida, había mucho que digerir, pensé que todo era una pesadilla, sino hubiera sido por ti yo…

-No tienes nada que agradecer – La interrumpió bruscamente - no iba a permitir que asesinaran a nadie en mi presencia – Alberto sudaba frio mientras charlaba con aquella moza.

-Creo que, si es importante, otro hubiera huido, incluso yo lo habría hecho, estaba muerta de miedo, pero esa fuerza me hizo sentir poderosa y también vi ese destello en ti mientras acababas con esas cosas, yo… - Sus mejillas enrojecieron, se sentía muy apenada, de su mochila saco un paquetito envuelto en papel y lo puso sobre el regazo de Alberto.

-Sé que no es algo que compense mi gratitud, pero consérvalo, es un amuleto de buena suerte., ábrelo en tu casa ¿sí? – El muchacho asintió con la cabeza mientras Mario se aproximaba.

-Al, aquí está el agua… - Noto que estaba con Paola y el momento fue algo incómodo, aunque rápidamente la saludo – Hola Pao… Qué sorpresa verte por aquí – El rostro de Mario reflejaba una felicidad absoluta, pero ella se limitó a saludarlo por compromiso y de manera cortes.

-Bueno… me tengo que ir, fue muy agradable haberte encontrado… y gracias de nuevo… y a ti… ¿Mario? Cuídate.

-Muchas gracias, espero que nos veamos pronto… Pero si queremos estar en contacto ¿Por qué no nos pasas tu número de teléfono? – El otaku actuaba de una forma un tanto acosadora con Paola, ella se sintió incomoda.

-Se lo deje a Alberto en un papelito… bueno… nos vemos.

Paola huyo de Mario, mientras este conservo una estúpida sonrisita, se rasco la cabeza de nervios mientras ella se marchaba, Alberto solo la miro a lo lejos y movió si mano derecha en señal de despedida.

-Al… ¿Estas mejor?

-Eso creo… la verdad es que, todo esto me abruma y no me siento bien para acompañarte amigo… ¿podemos vernos después? – Mario observo a su compañero, estaba muy abatido, tal vez esto le afectaba a él, mucho más de lo que se había imaginado.

Se despidieron y el emprendió el regreso a casa, con la promesa de que otro día saldrían para conocerse mejor, el camino fue largo y tortuoso hasta llegar su pequeño departamento en la azotea., alguien lo esperaba enfrente de la puerta.

-Vaya, hasta que llegas Betito.

- ¿Mónica?

Fin del Capítulo 2 

 

Capítulo 3

Entrenamiento

 

-¿Qué haces aquí? ¿Cómo me encontraste? – Lo primero que Alberto hizo fue cuestionarla, puesto que apenas habían cruzado un par de palabras la noche de la misión.

-¿Es tu forma de tratar a las mujeres? Vaya, seguramente eres muy popular, llevo esperándote un rato, entremos a tu casita ¿sí?

Alberto se encontraba muy confundido con esta repentina aparición más que con la de Paola, ambos entraron a su pequeño departamento y ella al ver la cama se arrojó, se acostó boca arriba, traía puesto una chamarra de mezclilla y una mini falda, con el traje debajo.

-Tu cama apesta, es muy dura, no me gustan así los colchones.

-¿Viniste a criticar mis cosas? – Alberto le clavo la mirada, mientras que recogia un poco su tiradero.

-Claro que no, solo que hace días que no duermo en una cama, lo haría en una incluso tan mala como esta., bueno en fin… Veras el alto jefe me manda a que te de un entrenamiento, nadie quiso hacerlo, bueno Mario si, solo que creo que no pudieron llegar a ese punto., dime ¿Quieres intentar?

-No lo sé, no ha sido un buen día… si te soy sincero quisiera descansar.

-Vamos Betito, será divertido, además que sino entrenas el próximo alien puede acabar contigo – Al escuchar esas palabras se sintió muy incómodo, reprimió su malestar y lo convirtió en motivación.

-Bueno… pero tengo que ponerme el traje… ¿Me disculpas?

-Por mí no te preocupes, cámbiate, dormiré en lo que te preparas – Cerro los ojos y se acomodó en la pequeña cama individual.

El estudiante se sintió muy incómodo, se quito la ropa detrás de un ropero que tenia, mientras que no le presto atención a su acompañante, primero los pantalones junto con los zapatos, todo parecía de goma, era como vestir una segunda piel.

-¿Ya? – Cuestiono Monica, mientras le veía cambiarse.

-¡Hey! ¿Qué haces? Me esto cambiando.

-Relájate bebe, no tienes nada que no haya visto antes en el departamento, solo tenemos que… mira sabes que déjame hacerlo yo.

Rápidamente ella se acercó a él, le subio los pantalones y posteriormente le ayudo a ajustar la camisa con los receptores metálicos, y en poco tiempo estaba completamente apenado y molesto.

-Te recomiendo, que uses el traje regularmente, si se te llega a olvidar… bueno la esfera solo da traje a los nuevos, ósea que ese out-fit será único de aquí hasta que puedas salir del juego o te maten.

-Entiendo, no traje es igual a una muerte segura por descuidado.

-Ya lo estas entendiendo Betito, bueno vamos a empezar, primero., ¿Recuerdas como activaste la fuerza? Intenta golpearme en las manos.

Aquella chica se puso en posición de un esparrin, lista para recibir el puñetazo en las palmas., el estudiante lanzo un golpe el cual ella recibió de lleno, pero no pudo ni moverla un poco, Monica respondio con una bofetada.

-¿Oye, de que se trata?

-Muy lento y además débil, otra vez.

Alberto volvió a lanzar un puñetazo ahora con más fuerza, pero el resultado fue el mismo, la chica ni se inmuto volviendo a darle una bofetada.

-Vamos inténtalo con mas energía, como la ultima vez.

El joven tomo una bocadana de aire y después la exhalo lentamente, relajo sus musculos y posteriormente volvió a hacerlo, concentro toda su fuerza en el puño derecho, dando un golpe mas certero, el impacto se escucho muy seco a una persona normal le habría causado daño, pero Monica aprisiono el puño de Alberto y comenzó a triturarlo.

-Espera ¿Qué haces? Duele… espera.

-Golpeame con el otro puño, ¡HAZLO MARICA!

La ira del muchacho se desencadeno, y con su brazo izquierdo la golpeo fuertemente en su otra palma, los musculos empezaron a engrosarse, su fuerza aumento en un pequeño instante, mientras observaba una risa ironica en el rostro de aquella mujer.

-Bien, parece ser que si tienes chispa, pero… - Monica aumento de igual manera el grosor de sus musculos, teniendo una robustez similar a la de Alberto, chocaron ambas fuerzas, forcejeando una contra la otra.

Debido a la experiencia de la sadica, el estudiante empezó a ceder en cuanto a fuerza y poco a poco sus musculos volvieron a menguar, hasta llegar nuevamente al punto donde su fuerza volvió a ser normal., Monica lo arrojo de ella y este retrocedio unos cuantos pasos.

-¿Lo entiendes? Los músculos sintéticos son activados con la adrenalina cuando corre por tu cuerpo, hasta donde sabemos te dan fuerza sobre humana para equipararse a la de los aliens, funciona básicamente para todo el cuerpo con excepción de la cabeza ya que el traje no tiene una careta o casco, vamos afuera, ponte algo de ropa encima.

Todo había pasado demasiado rápido, el no lo comprendio del todo en ese instante, pero en cuanto desbordo sus emociones el traje reacciono, salio con aquella chica para ir a la siguiente prueba que serian los saltos.

Fueron a una zona cercana llena de edificios, Mónica se puso en la base de uno de ellos y le dijo lo mismo.

-Concentra tu energía en las piernas, deja que explote y podrás ascender rápidamente, ven vamos a la zona más oscura, procuremos que no nos vean.

Ambos se prepararon en la zona donde la luz no podía alcanzarlos, la joven rápidamente pudo efectuar un salto que la posiciono en la azotea, al instante el estudiante quiso realizar la misma acción, pero en lugar de ascender salto y al caer tropezó cayendo al piso golpeándose de lleno el rostro.

 

-Mierda… - Toco su cara, se había lastimado la nariz, mientras que escucho la risa de su compañera.

-Pero que tonto, bueno supongo que esto ayudara, cierra los ojos te voy a dar motivación extra.

Aquella mujer se acerco rápidamente asechandolo, rápidamente quedaron cara a cara, su aroma era muy dulce, se fijo rápidamente en su boca y luego en sus ojos, ella lo noto y empezó a sonreir.

-¡Que cierres los ojos carajo! – Alberto los cerro, se sintió muy nervioso, sintió el aliento de ella golpear sus labios, el por inercia los abrio un poco, los segundos parecieron horas, hasta que por fin se acerco lo suficiente, y le dio un fuerte puñetazo de lleno en la cara lanzándolo al piso con rapidez.

-Que imbécil eres, nunca bajes la guardia con nadie que sabes que pueda patearte el trasero, ¡Atrápame si puedes! Y tal vez consigas un premio.

El muchacho se levantó con una enorme ira y apretando los dientes, mientras la veía subir el edificio, y el la siguió, cegado por la rabia de hacerla pagar, ambos corrieron por las diversas azoteas de todo el lugar, dando saltos muy altos y aterrizando con el sistema de amortiguadores del traje., cada vez eran mas rapidos, ella huyendo de el, haciéndole caras para motivarlo.

Sin darse cuenta, Alberto empezó a liberar las tensiones que lo aquejaban, su cuerpo respondía de manera natural, poco a poco estaba haciendo esas nuevas habilidades suyas, pasaron por varios edificios, hasta que en un borde que ella piso, este se desmorono por el poder sus piernas haciéndola caer., el chico la tomo del brazo y ahora estaba pendiente de él.

-Estuvo cerca ¿no? – Pregunto con ironía, suavemente la subió.

-Cállate, solo tuviste suerte., parece que vas entendiendo lo básico de como funciona esta cosa, bueno ese era mi trabajo – El Sonrió.

-Gracias Mónica

-Ya, ya, no me mires con esa carita Betito, me haces sentir incomoda, además ya es muy tarde, tengo que irme, ¿puedes regresar solo?

-Sin problema, no te preocupes por mi, fue un placer.

-Cuídate tonto – Le mando un beso de lejos y poco después se esfumo y el regreso a su departamento, hasta que cayó en la cuenta de que no había recibido el premio por ayudarla.

Por unos instantes, se había sentido satisfecho, aún tenía miedo, pero poco a poco debía mitigarlo, ya que por unos instantes sintió esa falta de respiración., abrió la ventana de su cuarto y se arrojó, no tardo nada en llegar el piso golpeándose nuevamente el cuerpo, pero con el traje se sintió invencible.

Fin del capítulo 3

 

Capítulo 4

Nueva Misión

 

Al día siguiente, despertó mucho más animado, tenía una oportunidad de salir de ese lugar, solo necesitaba entrenar y conocer bien las armas, reviso sus pantalones y encontró el paquetito que Paola le había dado, estaba envuelto en papel y lo destapo con cuidado, revelando que era un llavero con la figurita de un súper héroe conocido, y en a base de el tenía una inscripción.

“Mi Héroe”

Sonrió para sí mismo, jamás en la vida alguien lo había llamado de esa manera, incluso su propia familia parecía más interesada en cualquier otra cosa que no tuviera que ver con el, sus hermanas eran el foco de sus padres, siempre terminaba en el último termino aunque ahora no importaba ese tema dentro de sus pensamientos, su vida volvía a ser tan tranquila y monótona como siempre, solo que ahora trataba de evadir a Marín cada que la encontraba.

Esa tarde se reunirían en el bar de Adolfo, ya que según sus fuentes probablemente ese día tendrían la misión, y lo mejor era idear un plan para estar preparados para no tener pérdidas en el equipo, se alisto con el traje debajo de su ropa, tomo su mochila y guardo algunas cosas para comer durante el camino.

Encendió la radio mientras preparaba todas sus cosas.

 

Hace mucho tiempo que no recibíamos la visita del Obispo Dionisio, directamente del vaticano, viene a bendecir algunos nuevos santos que se han beatificado recientemente como Santa Úrsula de las Espinas, San Anteofilo de los maderos y San Jorge de las espadas, la sede será en la catedral principal de nuestra amada Puebla, la cita es a las dos y media de la tarde, se bendecirán los cuadros pintados al óleo para que sean venerados y puedan llevar sus veladoras, a la gloria de estas hermosas personas, que en antaño ayudaron a los más necesitados, y ahora son honrados en la iglesia católica apostólica romana.

Alberto cambio de estación de radio, a una donde se escuchará música, no era para nada religioso, y mucho menos le gustaba ir a la iglesia, sus padres le habían inculcado una fe, pero el mantenía sus distancias con cualquier deidad, más aún ahora que había empezado a matar seres vivos.

Tomo sus cosas y salió de su pequeño departamento, nuevamente puso sus audífonos conectados a su teléfono y puso la música a todo volumen., camino sin prisa a la parada de los camiones, por un momento observo el callejón donde había sido asesinado tiempo atrás, movió la cabeza en forma de desaprobación, pero la curiosidad lo movio asi que se acerco a él, no parecía nada extraño salvo que había un pequeño altar con la fotografía de su excompañero con muchas veladoras, lentamente se acerco.

-Sera que alguien… ¿me habría puesto una veladora?

Observo la fragilidad de la vida en uno segundos, los cuerpos ya no estaban, se pregunto lo que habría pasado con la bestia, al momento unos botes de basura cayeron tras suyo giro al instante y vio lo que parecía ser un animalito tímido buscando comida entre la basura, su color pardo le llamo la atención, se acerco y pudo observarlo., de momento lo impacto, pero era muy similar a la bestia que lo había atacado esa noche, solo que increíblemente mas pequeño.

La creatura se asusto al verlo, intento correr pero era demasiado torpe y termino golpeándose, sus berridos parecían los de un osezno, Alberto se acerco aun mas y lo observo detenidamente, la criaturita estaba temblando., Alberto saco su arma pequeña de su mochila y le apunto, jalo un gatillo y al momento de presionar el otro, dudo.

-¿No te parece injusto? Llegar un lugar extraño, perder a tu familia y después de buscar comida en la basura, alguien te quiere matar, vaya que la vida es injusta., estas tan indefenso que incluso un perro grande podría matarte si quisiera, no tendría remordimiento alguno solo lo haría por porteger su territorio, tus padres cometieron errores, errores grandes y ahora, ¿Te toca pagar a ti? Tal vez podría evitarte ese dolor…

Pensó en dejarlo con la policía, al mismo tiempo probablemente lo llevarían a una unidad veterinaria y estudiarían su cuerpo., tomo al ser de una manera delicada, era parecido era una quimera de gato, oso y perro, su cuerpo no era muy grande, tal vez mas pequeño que una liebre.

El ser cogeaba de una de sus patas, estaba muerto de miedo por su destino en las manos de ese muchacho, sus ojos eran grandes, asomo los pequeños colmillos en señal de defensa por un segundo, para después volver a asustarse.

-Lo siento mucho…-

Paso una hora de camino al bar de Adolfo, llego a la estación de camiones que salían de la ciudad, compro el boleto y espero su turno formándose en la fila que era bastante larga, no tenía prisa por llegar, nuevamente se reuniría con aquellas personas de las cuales solo conocía el nombre y ciertos modos como los de Mónica.

Espero ahí pacientemente, los minutos pasaban y los camiones se marchaban repletos de personas a bordo, cuando le toco a él, nuevamente se aferró al pasamanos, ya que los asientos no se respetaban, estaba muy acostumbrado a ese tipo de cosas, simplemente se acomodó lo mejor que pudo y salieron de la estación.

Contemplo poco a poco como las zonas urbanas se hacían cada vez más pobres, además de peligrosas, los camiones solo dejaban bajar personas, no subían a nadie., ya que era un servicio especial para evitar asaltos a los camiones.

El camino prosiguió hasta llegar a un lote baldío donde el pidió su bajada, a lo lejos parecía haber una suerte de pueblecito, el camino casi rural, adornaba los pobre alrededores, ya no se distinguía mucho la ciudad, camino por esos lares y entro al poblado, se veía bastante sucio y en su mayoría eran casa de madera, muy separadas una de otras, las personas no le prestaron mucha atención al joven, pero tampoco se veían demasiado amistosas.

Camino hasta la zona donde había varios negocios y una especie de mercado, ya era de tarde, pudo observar los diferentes negocios y muchos deambulando por el lugar, sin darse cuenta algunos señores empezaron a rodearlo.

- ¿Qué haces aquí forastero? No eres bienvenido, ¡Lárgate Carbón! – La vos fue carrasposa y arrastrada, se notaba el estado de embrutecimiento de aquel tipo, pero lo acompañaba un gran machete., atrás de él había más hombres igualmente armados.

Esto puso en alerta al estudiante, quien se limitó a disculparse e intento huir de forma pacífica de ahí, pero al dar media vuelta choco contra un tipo grande y fornido, vestido de calzón de manta.

-Si quieres irte, tienes que pagar una cuota… cáete con todo lo que tengas…

Alberto no tenía mucho dinero, saco su cartera y posteriormente les dio lo que llevaba.

-¿Solo cien pesos? Vaya… que jodido., lárgate.

El muchacho hizo caso, mientras siguio caminando, hasta llegar al bar de Adolfo, a la entrada encontró una cara muy sonríen que le esperaba.

-¿Qué onda Albertito? Llegaste muy temprano – De momento no la había reconocido, mas con el atuendo que llevaba, una mujer más alta que él, blanca y de figura delgada al mismo tiempo que encantadora lo recibía, llevaba un maquillaje bastante llamativo, sostenía un cigarro y de vestimenta una minifalda además de un top muy pegado, que resaltaba su figura femenina.

-¿Te conozco?

-Vaya que eres tonto, soy yo Sofia… venga dame un abrazo muchachito.

La chica lo abrazo muy fuertemente, rápidamente se sintió incomodo, había otras chicas de buen aspecto con la muchacha, todas empezaron a hacerle cariñitos, incluso sintió una palmada en el trasero mientras era cubierto de abrazos.

-Ya, ya… muchachas, déjenlo ira con el patrón, pasa… y espera en la barra.

-Gra… gracias…

-Que no te de pena, como ya te había dicho, yo soy la mejor., aunque tú también te mueves bien – La última frase la hizo guiñándole un ojo., todas las chicas hicieron varias fanfarreas con el ultimo comentario.

El lugar estaba lleno, tabaco y alcohol se percibía por doquier, Ramón atendía la barra, mientras que no se le veía a Adolfo por ningún lado, una rocola tocaba canciones que no conocía, pero que supuso eran ambientar el bar o burdel en el que estaba.

Se acercó a la barra y Ramón enseguida lo atendió.

-He mocoso, ¿Qué vas a tomar? ¿Cerveza o Tequila?- Se aspiro los mocos después de preguntarle, lo cual Alberto respondio con una cara de desconcierto.

-Disculpa, estoy buscando a Adolfo “el patron” ¿podria hablar con el?

-No esta, seguro llega más tarde, ¿Qué vas a tomar? ¿O prefieres un cuarto para ir a coger? O tal vez algo mas fuerte  - Sonrio maquiavélicamente al pronunciar sus ultimas palabras, aunque sus ojos revelaban complicidad.

-La verdad, solo venia a ver a Adolfo… creo que lo esperare afuera.

-Bien, entonces largo… y no causes problemas, no nos gustan los buscapleitos.

Alberto se dispuso a salir, hasta que alguien lo tomo de la mano.

-¿A dónde vas idiota? – La voz era de Monica, quien estaba vestida como un chico, gorra, pantalón de mezclilla holgado y una chamarra grande de piel y zapatillas deportivas – Hay una habitación especial para nosotros, ven vamos.

La chica se llevo a Alberto a un cuarto donde todo estaba oscuro, al momento de que pasaron cerro la puerta y se lanzo sobre el.

-Recuerdas que te dije que tendrías un premio, bueno aquí esta.

De una manera muy tosca, Monica se acerco a el y clavo su boca con la suya, fue un suceso muy inesperado, pero resulto muy placentero para el estudiante, en la oscuridad, ella empezó a tocarlo mas íntimamente, mientras lo animaba para que hiciera lo mismo.

-¿Pero que carajo están haciendo? – Encendieron la luz del cuarto, Adolfo entro y los miro de manera reprobatoria -  Mi sala de estar no es para coger Monica, y tu niño, mejor que no le sigas el juego a esta pinche loquita.

-Eres un aguafiestas, además no escuche que el niño se quejara – echo los ojos hacia atrás, mientras veía al cantinero pasar hacia el escritorio., Alberto quiso replicar, pero no se le ocurrio nada, tras el llegaban Paola y Mario, ambos les clavaron la mirada, puesto que aun seguía Monica encima del estudiante, al instante ella se levantó riéndose para irse a una esquina.

-¿Al? ¿Ella y tu estaban? – Pregunto Mario, con algo de ira combinada con envidia en sus ojos.

-No, no… para nada es lo que parece – Paola se indignó y se fue a sentar lejos de los dos, decir que estaba ruborizado era dejarlo muy abajo.

-Bueno, a mí que me importa a quien te estés cogiendo – El tono del otaku, era con furia pasiva., Mónica se regodeo en lo que había provocado.

- No es como que me tenga que justificar con ustedes, apenas y los conozco – Alberto era de esas personas que toleraba muy poco las criticas hacia su persona, ya que duranete gran parte de su niñez, había sido juzgado duramente por su padre.

-Somos un equipo no seas ingrato, nos cuidamos las espaldas, no deberíamos tener una relación más allá de la amistad, eso puede provocar problemas, querer llamar la atención no te llevara a ningún lado.

-¿De verdad te estas poniendo moralista Mario? – Alberto empezó a sentirse molesto aparte de incomodo, no le gustaba dar explicaciones a nadie, menos a un tipo que pretendía ser su amigo.

-Estoy tratando de que no cometas una estupidez, ella no es de fiar, lo ha hecho antes y…-

-Tampoco es como que lo estuviera planeando – Interrumpió bruscamente a Mario – Nadie te pidió tu opinión Mario – Le clavo la mirada con muchísima ira.

-Tal vez no habrá próxima vez, cuando te falte el aire como el otro día – Alberto apretó los dientes, su compañero le había dado en un punto sensible – Igual y podrás nuevamente lucirte frente a las chicas para que te idolatren.

-¿Eso es lo que te preocupa? ¿Las chicas? Yo no hago esto por querer ligar, si esa es tu preocupación, adelante lúcete, mata a esas creaturas como si fuera un maldito video juego, que por mi parte mi objetivo es sobrevivir, pero recuerda esto.

“No eres un jodido súper héroe”

Solo eres un otaku, que cree que todo se consigue con ganar el juego, cuando ni siquiera se esfuerza por ser maduro y afrontar la realidad.

La tensión estaba demasiado alta, Paola se empezó a preocupar y Monica estaba divertida de lo lindo., Alberto se dejo consumir por la ira e insulto a su compañero y visceversa, los animos se calentaban mas y mas, pareciendo un par de niños pequeños luchando por la atención del equipo, ambos igual de incisivos que en un momento de desesperación,

-Lo que yo me crea no es asunto tuyo, es la forma con la que lidio con mis problemas, además Paola estaba muy preocupada por ti mientras tu estaba toqueteándote con la loca – Mario intento moderar sus palabras, pero había metido a alguien mas en discordia.

-Pues lo lamento, Monica me trajo aquí y no pude reaccionar, cuando me di cuenta ya estaba encima de mi – Volteo de manera furtiva a ver a Paola, mientras que Mario noto como las miradas de ellos dos se cruzaban y un destelle de interés de parte de ella pudo notarse claramente, mientras se aliviaba por saber que entre Alberto y la Sadica no había sido consentido del todo.

-Entonces deja de comportarte como un idiota., la próxima vez, no ire a salvarte el trasero – él estudiante lo ignoro dándole la espalda, esto Mario lo tomo como una gran ofensa, se sintió frustrado y fue a confrontarlo, mientras observo por un momento a Paola, el otaku le arrojo un puñetazo y este lo recibió de lleno en la cara ya que no lo esperaba.

-Maldito hijo de – Formo un puño y lo golpeo en la cara, esto hizo que el otaku saliera despedido contra el suelo, rompiendo una mesa, cuando se levantó se lanzó contra Alberto y ambos empezaron a golpearse en el piso.

-¿Qué hacen? ¡BASTA! - Grito Paola, mientras veía como se estaban lastimando.

-Pero ¿Qué carajo? ¡Mi mesa! – Rápidamente se acercó a ellos separándolos al instante, lanzando uno lejos del otro –Quieren pelear ¿verdad?

Adolfo le dio un puñetazo en la cara a Alberto rompiéndole la nariz, y a Mario lo golpeo tan fuerte en el estómago que lo hizo vomitar.

-No soy su maldita niñera, ya se los he dicho, me importa muy poco si quieren matarse, pero respetaran mi autoridad cuando este presente., ambos van a pagarme esa mesa y se van a disculpar el uno con el otro como el par de niños que son, no mide la gravedad de las cosas, y si vuelven a actuar de esa forma, considérense no volveré a apoyarlos en una misión.

Tomo las manos de ambos y las unio a la fuerza, obligándolos a disculparse, para después decirle a Mario que recogiera su vomito, ambos estaban bastante lastimados, los golpes de Adolfo habían sido demasiado severos, Alberto recordó a su padre sobre todo en la fuerza y en severidad del castigo.

Se limpio Sangre y posteriormente se sento en uno de los asientos, Monica ni se inmuto, estaba al otro lado de la habitación, sentada en un sillón grande y en unos pocos instantes se quedo dormida, Paola quería acercarse a Alberto, pero no se le ocurrio una manera correcta de hacerlo, mientras el otaku había salido para conseguir como limpiar el piso.

Paso un rato y llego Orlando, saludo amablemente mientras se dirigía a hablar con Adolfo a su oficina, ambos se encerraron para hablar con privacidad, poco después llego Sofía y al ver el desastre junto con la mesa rota.

-Alguien se va a morir, esa mesa es… o Dios ¿Alberto? ¿Qué madres ocurrió aquí?

-Al y Mario se pelearon… y rompieron la mesa – Dijo suavemente Paola al ver la sorpresa de la muchacha.

-Ni hablar, bueno sera mejor que nos cambiemos, ven – Le sugirió a Paola que se fueran a un cuarto dentro de la habitación.

Mario, reflexiono un poco acerca de su comportamiento, pero no pudo acercarse a Alberto, había un pequeño abismo ahora entre los dos, Alberto tenia sus manos presionando su nariz, le dolia mucho, lo cual solo aumento su malestar, el solamente había ido para encontrarse con el grupo, jamas pensó que pasaría todo eso, observo a la dormida Monica con algo de rencor., poco después salieron ambos adultos de la oficina.

-Orlando no me jodas, ¿de verdad?

-Si., yo también estoy sorprendido, ¿Entonces procedemos igual?

-Definitivamente amigo., debemos sobrevivir esta noche…

Ambos guardaron silencio, y cuando Adolfo vio que todos estaban reunidos, les dedico algunas palabras.

-Se que les parece muy extraño que los haya echo venir, pero la razón es muy importante, hace poco me entere algo muy interesante sobre estas esferas, sobre todo de su funcionamiento real, resulta que cualquier cosa y digo literalmente cualquier cosa puede ser un alienígena, me explico para los veteranos, nos hemos enfrentando a varias alimañas muy poderosas, hemos perdido amigos y también parte de nosotros en estas espantosas misiones, incluso puede ser que estas cosas llegaran desde hace cientos o miles de años, y entre más antiguos son, resultan ser más poderosos, la clave para superar estos obstáculos es, estar unidos., en la guerra es muy usual que los involucrados no entiendan del todo porque están luchando, a veces solo siguen ordenes con una fe ciega cuando no saben a lo que se enfrentan, pero su fuerza radica en su motivación del y es pelear por sus compañeros, nuestra fuerza está ahí en cuidarnos unos a otros, es por eso me molesta mucho que peleemos entre nosotros, no acostumbro a dejar a nadie atrás, pero también se que si algo se convierte en peso muerto simplemente lo dejamos atrás., Si sobrevivimos esta noche les diré que es lo que Orlando logro averiguar., la transferencia empezara dentro de poco, así que… Prepárense.

Alberto se sintió muy mal por lo que había pasado, se levantó decidido a hablar con Mario, cuando al momento empezó a ser transportado a la habitación en la cual, ya había personas.

Fin del capítulo 4

 

Capítulo 5

Alíen Inquisidor

 

-Señor ¿Dónde estamos? – Se acercó un niño con uniforme de la secundaria ensangrentado – Debo regresar con mi madre, se va a preocupar.

Detrás de él estaban un par de Gemelas, las cuales estaban llorando desconsoladas, preguntándose que era ese lugar., también había un anciano, el himno de a Puebla ya se estaba escuchando.

-Tengo miedo señor, ¿Cuándo puedo irme a casa? No puedo tocar el picaporte de la puerta, por favor ayúdeme – La desesperación se reflejaba en los ojos de infante.

-Jovencito – Se acercó el anciano - ¿Esto es el cielo? Hace poco estaba en el hospital, de momento empecé a sentirme mal y de repente desperté aquí.

-Tranquilos, responderé a todas sus dudas – Su ansiedad se hacía presente, sintió un miedo terrible por lo que estaba por venir., pero tenía una carga moral grande con ellos – Todo está bien, no se preocupen, no están muertos, lo primero que necesito es que se tranquilicen, dentro de un rato esa esfera de allá se abrirá y de su interior habrá trajes como el que llevo puesto, saldremos a cazar a una bestia y después podremos ir a casa…

-Muy bien muchacho, me encargo desde aquí… - Se escuchó detrás suyo la voz de Adolfo, poco a poco todos empezaron a ser transferidos dentro de la habitación.,((además de un tipo enmascarado, el estudiante lo conocía muy bien, se trataba de un luchador en decadencia su nombre era “Impacto Celeste” en su traje se veían dichos colores pero en su máscara podía apreciarse un polvo blanco muy cerca de la nariz, lo cual revelaba lo narcotizado que se encontraba.,)) el cantinero les repitió el monologo que le había dado a los que habían sido transferidos junto con el la última vez.

El rápidamente se fue al baño, empezó a sentir la falta de aire una vez más, el niño lo siguió.

-¿Esta bien señor? – Su mirada era de una autentica preocupación, aquel muchachito tenia el cabello enrizado, de piel morena y rasgos infantiles, tal vez media un metro con cuarenta centímetros.

-Si… esto… me pasa todo el tiempo… por favor, cuando la esfera se abra, te van a dar una mochila metálica, ahí habrá un traje como este que llevo puesto, por favor póntelo, toma un arma y después… - inhalo con mucho esfuerzo, para poder continuar – Quédate cerca del grupo…- El niño estaba confundido, pero entendió el mensaje.

La esfera por su parte detuvo el himno a Puebla, y comenzó a mostrar el mensaje de bienvenida para los nuevos y los veteranos.

70D05 U573D35 3574N MU3R705

53 L35 H4 3NTR3G4D0 UN4 NU3V4 V1D4

PU3D0 H4C3R C0N ELLAS L0 QU3 M3 PL4ZC4

4L M3N05 354 35 L4 730R14

H1J05 D3 PU74, V4N 4 54L1R 4 M474R 4 35T3 C48R0N

Nombre: Alíen Inquisidor

Proviene:  Planeta Suma Caridad

Le gusta: Diezmo

No le gusta: Los Herejes

Frase: Cristo lavara tus pecados con sangre

La esfera se abrió de golpe, el anciano se acercó y gritó.

- ¡Hay una chica dentro de la esfera! – Alberto escucho la voz alarmada del anciano., al mismo tiempo volvió a la sala del departamento, se acercó a la esfera con curiosidad y la vio, una chica, estaba conectada dentro de la bola completamente desnuda e inconsciente., salió el último mensaje para empezar la transferencia.

Espere por favor

1:29:38

Las cosas estaban pasando demasiado rápido, el tiempo ahora era media hora más que la última vez, Alberto se estaba preguntando como terminaría en esta ocasión, tomo la maleta que decía “niño de secundaria”., pero no lo vio por ningún lado, ya había sido transferido.

-¡MALDITA SEA NO!- Acomodo su espada y la pistola en sus compartimientos, se quitó la ropa que traía encima del traje, mientras que veía que era transportado a la catedral principal del centro en Puebla, por alguna razón todo se veía inusualmente oscuro a pesar de que había muchos carros y personas que pasaban rodeando la catedral.

-¿No pueden verme? – Se preguntó a sí mismo, ya que su presencia, había pasado inadvertida a pesar de que muchas personas podían ver hacia dentro de la catedral, y no les pareció raro que un joven apareciera de repente en el patio exterior.

Sus pensamientos fueron interrumpidos por un grito de terror, lo cual lo puso en alerta, se congelo y empezó a hiperventilarse, cerró los ojos, no quería estar ahí, no deseaba hacer esas matanzas, nuevamente escucho el grito pero ahora pidiendo ayuda., recordó por un momento los ojos de ese niño pidiéndole algo de apoyo, apretó los puños, dio un paso, sus piernas apenas le respondían, pero dio el siguiente, y luego uno más, se aferró a la caja metálica que tenía entre manos y empezó a correr hacia donde escucho el grito.

-¡HERMANO! – Grito fuertemente, corrió y corrió hasta llegar a las enormes puertas de la catedral que estaban completamente selladas, reunió todas sus fuerzas en las piernas y salto tan fuerte saltando por encima de la enorme catedral con diseños góticos, su impresionante salto lo hizo sobrepasar todo lo alto de la edificación y pudo ver al niño junto al anciano huyendo de tres entidades, empezó a caer a gran velocidad, hasta que se interpuso entre ellos haciendo un estruendoso aterrizaje agrietando el adoquín donde impactó.

-Niño… ponte el traje de la maleta -Su respiración se agito, mientras le arrojaba la caja metálica – Detrás de mí y tú también anciano – Su voz sonaba muy agitada.

-Muy loable tu actuar mozo – Escucho una carrasposa voz con acento español- pero me parece que vosotros sois los que han enviado para matarnos, ¿No es así? -

De las sombras apareció una entidad envestida con una armadura con una cruz roja incrustada en el peto, su casco se asemejaba uno troyano, con plumas en la copa, portaba una espada como arma principal y de los hombros caía una capa celeste que llegaba hasta el piso, a sus costados estaban una mujer de largos cabellos con una expresión severa y unos ojos desorbitados, también con una armadura pero sin cubrirse el rostro, su arma era un látigo con espinas incrustadas y por último, un hombre que más bien parecía una mole, de gran tamaño y prominentes tendones, cargando un gigantesco madero a cuestas, su vestimenta parecían andrajos.

-Vosotros Cazadores, vamos a exterminaros, aquí y ahora – Se abalanzo contra Alberto desenvainando su espada, el muchacho hizo lo propio y ambas armas se impactaron, sus músculos empezaron a engrosarse, para hacerle frente a la bestial fortaleza del caballero, rápidamente observo como la mujer extendió su látigo intentando alcanzar al viejo y al niño.

-Maldita sea ¡NO! – Grito Alberto., desesperado por no liberarse del ataque.

-No me ignoréis – En un descuido el caballero, aparto su espada y en un rápido giro sobre su propio eje golpeo a Alberto en la cara, esto lo desorbito por un segundo, el látigo de la mujer pareció alcanzar a sus víctimas, cuando de las sombras salió Sofía e intercepto el ataque con una catana.

Mónica detrás de ella salió corriendo, y fue contra el gigante musculoso dándole un fuerte golpazo en el estómago que hizo salir volando hacia unos pilares.

Se escucharon varios impactos lejos de donde estaban, volteo y en el tejado observo a Paola, disparando desde lejos.

Alberto se incorporó rápidamente, el caballero nuevamente fue a su encuentro.

-Parece ser que vosotros sois fuertes, pero no lo suficiente como para acabar con nosotros  “Los Santos” vais a morir herejes de mierda - rápidamente empezó a correr en dirección a él preparando su ataque, tomo con ambas manos su espada e intento cortar en dos a Alberto, pero este fue más rápido, girando hacia un lado para ponerse de pie, alargo la hoja de su catana y con todas sus fuerzas abanico para cortando por la cintura., el tipo de la armadura, pareció recibir de lleno el golpe, su mano intercepto la hoja deteniéndola con los dedos.

-Este material es formidable, ¿Quién hace vuestras armas? Tengo que felicitaros - el chico intento forcejear, pero la fuerza de este era brutal, con su otra mano libre, tomo su espada y se la arrojo a Alberto, el golpe le daría de lleno en la cara, probablemente con esa fuerza le haría un enorme daño, cerró los ojos escucho el choque de dos metales.

-¿Mario? – Abrió sus ojos de golpe, sorprendido por ver como la catana del otaku se había impactado con la del caballero.

-No soy un súper héroe, pero… somos compañeros y si puedo ayudarte, lo haré-

El rostro de ambos se ilumino, Alberto tomo su pistola y le disparo al caballero, este exploto de su hombro izquierdo.

-JOLINES, ¿PERO QUE HABIS HECHO? – Alzo su brazo derecho y su espada volvió hacia él, liberando la catana del estudiante.

El otaku, rápidamente intento hacerle un corte, pero lo esquivo fácilmente arrojándose hacia atrás., pero su compañero aprovecho la oportunidad, para lanzar otro ataque con la pistola, ya que había sido más efectivo.

-A un caballero, no se le sorprende dos veces con el mismo truco, PRINGAOS.

Con una velocidad impresionante cubrió el ataque con un escudo que tenía en su espalda, la carga explosiva se activó, pero no recibió ningún daño, el escudo también estaba intacto.

-Yo también tengo mis propias armas, bendecidas por su santidad.

Alberto siguió disparando, mientras que Mario intentaba cortarlo con la espada, pero ambos ataques eran inútiles, su rapidez y defensa parecía impenetrables, el caballero se cansó de recibir ataques y empezó a correr hacia ellos, ambos saltaron a los lados para evitar el ataque, pero el santo arrojo su espada contra uno y contra el otro inicio ataque cuerpo a cuerpo.

-Pero si vosotros sois solo unos niñatos, vais a morir por mi mano.

De un golpe, desequilibro al otaku, haciendo que perdiera la catana, posteriormente, empezó a golpearlo en la cara, sus puñetazos eran bastante duros, Mario no podía defenderse e intento esquivar, Alberto rechazo el golpe de la espada con la catana, en ese ataque perdió su arma tras impactarse fuertemente contra la espada, al incorporarse corrió con todas sus fuerzas hacia donde estaba su compañero, el cual estaba recibiendo una paliza.

Engroso sus músculos e intento golpearlo por un costado, pero se encontró con el escudo del caballero, deteniendo de lleno el ataque, rápidamente él santo se agacho al notar el impacto y de una patada baja, hizo que ambos cayeran al piso, llamo a su espada para intentar clavársela a Alberto, pero este antes de que lo tocara reacciono y sostuvo la hoja con sus manos, mientras forcejeaba para intentar matarlo.

Su compañero, se incorporó también engroso sus músculos para golpearlo, pero el resultado fue el mismo, tanto como su espada, el escudo se movía también con las órdenes del caballero.

-Maldición Al, es muy duro- Golpeaba, intentando ver una abertura en su defensa, pero no lo conseguía, el escudo se movía tan rápido tal como si tuviera mente propia.

-Es la defensa Absoluta del caballero de la espada, es hora de morir ¡HEREJES! -

La hoja de la espada, estaba a punto de alcanzar el cuello de Alberto para perforarlo, nada podía hacerse hasta que.

-¿Pero qué coño?

La cara del caballero exploto, lanzándolo hacia atrás., un jovencito salía de las sombras vistiendo un traje negro, era el niño de secundaria, el cual empezó a disparar y disparar contra el caballero.

-Déjalos, déjalos ¡Ya! -

La armadura del caballero explotaba con cada disparo que, hacia el infante, el ataque lo había tomado por sorpresa, todos se incorporaron, y atacaron disparando, hasta que la espada voló hacia ellos, golpeando al niño.

-¡NIÑO! ¡NO!- Alberto se encolerizo y salió rápidamente contra el caballero, el cual se levantó y su armadura quedo hecha pedazos, dejándolo solo con parte del casco y su escudo, nuevamente intento golpearlo con todas sus fuerzas, simulo el ataque y en el último momento tomo el escudo para empezar a forcejear contra él, engroso los músculos de sus brazos al instante todo su cuerpo reunió sus fuerzas, el traje hizo que aumentara de tamaño, todos sus músculos se activaron, tal fue el poder que se lo arrebato, al instante con el mismo escudo ataco al caballero enterrándoselo en el pecho, empezó a clavarlo más y más, hasta que lo arrastro por todo el patio incrustándolo en una pared.

-¿Creéis que habéis ganado? – Empezó a toser sangre – Pues no., ¡Ven a mi espada!

La espada regreso a su dueño, intentando atravesar a Alberto, pero esta no venia sola, Mario la tenía agarrada del mango, y corriendo rápidamente hacia él.

-¡QUITATE AL! –En una fracción de segundo el estudiante se apartó, para que su compañero le enterrara la hoja en la cabeza, la cual atravesó partiéndole la cabeza, el muro contra el que se impactó quedo hecho pedazos provocando la muerte del caballero y dejando inerte el cuerpo.

Había otros en batalla, Sofía y Paola se enfrentaban a la mujer del látigo de espinas, las tres estaban en el tejado, junto con las gemelas que estaban muertas del miedo., aquella mujer era muy hermosa, con cabellos largos y un porte español, las iluminaba la luna, aquella mujer tomo su látigo e inicio el ataque, lanzándolo contra Sofía, pero esta sin mucho esfuerzo esquivo todos los ataques.

-Paola, me estorbas, yo me encargare de esta Puta, llévate a esas niñas, ¡Largo! – La infanta afirmo con la cabeza, y rápidamente se llevo a rastras a las dos niñas., pero aquella mujer con una demostración de poder, golpeo el tejado enterrando su puño lo cual provoco un temblor que desestabilizo a todas ahí, las tres niñas del tejado resbalaron cayendo al vacio.

-¡NO! La pelea es contra mi ¡Maldita! – Sofia no pudo auxiliarlas, solo escucho el golpe seco de la caída, volteo por un segundo para saber si estaban bien, la mujer se abalanzo contra ella tirándole un golpe, el cual la chica no pudo esquivar, dándole de lleno en el rostro, pero esta cercanía hizo que también tuviera oportunidad de contraataque, extendiendo sus manos y con un poderoso agarre de sus palmas, ataco a tus orejas, el impacto fue bastante crítico, puesto que la presión del aire se fue directamente a los tímpanos de la mujer del látigo, esta se desoriento e intento alejarse, pero la muchacha no lo permitió.

- ¿A dónde crees que vas perra? – Socia engroso los músculos de su brazo derecho y la golpeó fuertemente en la cara, mandándola a volar, pero la mujer en el aire tomo su látigo, lanzo un ataque a la pierna izquierda de la muchacha y también la lanzo por los aires.

Ambas cayeron en el tejado, el impacto rompió el techo, cayendo ambas dentro de la catedral., Sofía tomo su arma y activo los rayos equis, todo estaba oscuro, se incorporó y apunto a todos lados, se había levantado también una nube de polvo que impedía aún más la visión.

La mujer del látigo, lanzo un ataque que tomo por sorpresa a la muchacha, comenzando a golpearla por todos lados, apenas pudo alcanzar a cubrirse de algunos latigazos, pero estos poco a poco iban a debilitar el traje, Sofía se tranquilizó, aunque estaba siendo golpeada, respiro profundamente y comenzó a disparar hacia el techo, las explosiones no se hicieron esperar, y la estructura empezó a colapsar, aplastándolo todo.

La mujer de cabello corto, empezó a correr por donde habían caído y al saltar por la abertura para salir al tejado, siguió disparando hasta que todo se viniera abajo en esa habitación.

Descendió nuevamente al tejado, y un puño salió de los escombros, era su oponente, la cual se veía claramente lastimada, sus ojos estaban inyectados en sangre, ambas se vieron, rápidamente Sofía empezó a dispararle y su contrincante respondió haciendo girar su látigo alrededor de su cuerpo, cubriéndose de los impactos de la pistola, al instante empezó a dispararle las espinas, varias se impactaron en el cuerpo de Sofía.

Su cuerpos se sintió muy pesado al momento y cayó al piso, no sabía que estaba pasando, pero su traje estaba arruinado, el líquido azul salió de los receptores metálicos, si ella recibía un impacto más, podría ser su fin, al ver que la chica estaba boca abajo en el piso, la mujer del látigo empezó a reír estruendosamente, hizo girar una vez más el látigo para aplastar a Sofía y lo lanzo hacia ella, pero la chica del cabello corto no se dejaría vencer tan fácilmente, en el último momento se levantó, recibió el ataque con su brazo izquierdo, que al impactar, las espinas lo laceraron, destrozándoselo al momento, preparo su pistola disparo varias veces, la cabeza de la mujer empezó a hincharse para luego explotar, matándola al momento.

-Maldición… - La muchacha empezó a jadear, su brazo estaba lleno de espinas, sino hacia algo rápido, moriría por desangramiento, tomo su arma, apunto hacia su humero y halo ambos gatillos, rápidamente este se hincho para después explotar, el dolor fue atroz, sus gritos fueron escuchados por todos, para después desplomarse en el tejado.

Mónica se encontraba enfrentando al último de los caballeros, una enorme masa de carne, que apenas parecía un hombre, estaba hinchado por todos lados, su grotesca apariencia, solo era comparada con la enorme fuerza que albergaba en sí, tenía un madero enorme a cuestas.

- Vamos gordis, déjate venir – Le dijo la chica del cabello ondulado, la cual estaba en posición de batalla, muy parecida a la de un peleador de “King Boxing”, daba pequeños saltos rítmicos para hacer un pequeño calentamiento a sus acciones.

La mole levanto el madero e intento aplastarla, la chica era muy rápida, con facilidad esquivo y contraataco con una patada, la cual no hizo gran daño a su oponente, logro moverlo un poco, el respondió intentando golpearla ahora con un ataque de costado, Mónica, al dominar perfectamente las habilidades del traje, engroso todos los músculos para recibir el ataque con las manos, recibiendo con las manos el enorme madero, para empezar a forcejear con él.

Ambos se encontraban en una lucha de poder, halando para oponer resistencia, pero la fuerza era muy pareja, la chica se probaba a si misma contra aquella bestia, sabía que podía vencerla, siempre lo hacía, enterró los dedos en el madero para después destrozar la parte que estaba sosteniendo, la bestia se sorprendió al verlo, ella lo aprovecho para acercarse y lo golpeo con la fuerza de todo el traje en la cara, arrancándole la cabeza.

La sangre empezó a salir a borbotones, manchando las paredes y el piso, para después caer estrepitosamente al suelo, Mónica celebro su victoria acomodándose su larga melena y con una sonrisa arrogante, se dio media vuelta para buscar al siguiente objetivo, y sin darse cuenta la mano monstruosa de la mole le tomó de la cintura y con una velocidad impresionante la golpeo contra el muro, la chica, no supo lo que la había pasado, separo por un instante su cuerpo del muro para volver a azotarla.

- ¿Quieres más maldito gordo? – Su rostro estaba ensangrentado, pero el traje aun funcionaba, al instante volvió a golpearla contra la pared, pero ella activio nuevamente todos los músculos de su cuerpo contrajo su cuerpo y después tomo la enorme mano y le arranco la carne liberándose.

Estaba bañada en sangre, la mole intento golpearla con la otra mano, sin ningún esfuerzo ella la esquivo, corrió hacia donde estaba lo que quedaba del madero, lo tomo con sus brazos y después lo arrojo contra la masa de carne, este lo impacto incrustándosele en el estómago.

Mónica se acercó a él y de una patada golpeo al madero y atravesó por completo su carne, empalándolo, su cuerpo empezó a convulsionar, para después dejar de moverse., la chica comenzó a dar unos pasos, se sintió muy mareada y posteriormente escupió su propia sangre.

-Vamos niña, esto no es nada… - Se limpió la sangre de los labios y siguió caminando para buscar al jefe.

Orlando y Adolfo, llegaron al salón principal donde se celebran las misas, el obispo estaba sentado en una especie de trono, engalanado con finas y doradas telas, su rostro era el de un anciano desdentado, ni siquiera podía abrir los ojos, en su mano derecha, se encontraba su báculo con una cruz en la parte más alta, todo el ambiente era lúgubre, y solo estaba iluminado con veladoras por todos lados, había mucho arte sacro y un vomitivo arte barroco también, opulencia por todos lados, representada en cuadros al óleo, con diferentes santos, las bancas estaban simétricamente alineadas.

Había un órgano el cual estaba tocando una música macabra, esto parecía deleitar al viejo obispo, movía su baston para un lado y para otro, Adolfo le apunto con un arma que parecía a una “H”, posteriormente jalo ambos gatillos, al instante todo lo que estaba alrededor del clérigo empezó a comprimirse, parecía como si de momento la gravedad hubiera sido aumentando violentamente, aplastando todo en un diámetro de cinco metros.

El anciano no estaba inmutado, mientras seguía deleitando sus oídos con la melodía que salía de las pipas del monstruoso órgano, en un círculo perfecto dibujado en el piso donde él se encontraba, no había sido afectado el arma, el cantinero una vez más acciono su arma pero el resultado fue el mismo, no podía aplastarlo.

La melodía era misteriosa y obscura, por unos momentos parecía escucharse un espeluznante siseo, Orlando empezó a sentirse mareado y comenzó a jadear.

-¿Pero qué demonios? Adolfo… me siento mal… - Empezó a sudar frio, su voluminoso cuerpo, empezó sofocarlo, mientras el cantinero empezó a ver ya no solo a un obispo, sino a dos más, la cabeza le daba vueltas, y el siseo aumentaba.

-Atento Orlando, no dejes… - Súbitamente empezó a vomitar, mientras empezaba a sentirse peor.

-¡Adolfo! – Grito Orlando desesperado, apunto su arma parecida a un rifle, y disparo a todos los obispos, explotando todo a su alrededor.

De pronto empezaron a escucharse canticos, su cabeza le pesaba y comenzó a debilitarse y de pronto se desplomo., una voz les llamaba en una lengua que no conocían, sus armonías horrorosas los atrapaban cada vez más.

El cantinero intento contener el vómito, volvió a apuntar hacia donde estaban los ancianos y disparo muchas veces, y estos poco después desaparecieron.

-Mierda, ¿Dónde están? Da la cara hijo de puta- Exclamo Adolfo a contemplarse perdido en ese cuarto, inhalo algo de aire para recuperarse, y utilizo un artefacto parecido a un celular, en el cual mostraba la ubicación de los enemigos, este emitió un pitido y marcaba que estaba frente a él.

Alzo su rostro y contemplo el rostro de aquel anciano, parecía carcomido por el tiempo, sus arrugas marcaban una edad evidentemente avanzada, su rostro estaba manchado con muchos lunares, desdentado y apestoso, engalanado con finas telas muy probablemente con hilos de oro, le sonreía, Adolfo no se pudo ni mover, el obispo tomo su arma y la arrojo lejos.

-Pueri mei causa, non inducam super te absolutum veritas et vita: qui sequitur in viam Domini, et non moriatur.

Ambos hombres no conocían dicha lengua, cada instante parecía una eternidad, el obispo tenía una copa en la mano con lo que parecía ser vino, metió sus dedos índice y medio en el brebaje y posteriormente se dibujó una cruz en la frente.

-Tempus tincidunt massa et comburi haereticos petere misericordiam Creatoris

La música se detuvo, los ojos del clérigo se inyectaron en sangre, debajo de sus ropajes salieron estrepitosamente muchos tentáculos los cuales en tenían incrustaciones de crestas puntiagudas, velozmente ataco con ellas a aquellos hombres.

Fueron golpeados consecuentemente por aquellas protuberancias, el cantinero fue el primero en reaccionar, saco su catana y empezó a cortarlas, pero muchas otras vinieron después, Orlando intento incorporarse, pero le era muy difícil, el constante acoso del ataque del alienígena le daba de latigazos, los cuales poco a poco lo despojaban de su consciencia.

-¡Atento Orlando! esta cosa nos hipnotizo con la música, de alguna manera hizo que parara cuando se acercó a nosotros – Adolfo empezó a correr para recuperar su pistola en forma de “H”, corrió entre las bancas las cuales dificultaban que el clérigo lo alcanzara, al estovarle y golpearse sus tentáculos uno contra otro.

La vio a lo lejos, estaba cerca de la puerta principal, corrió y los músculos de sus piernas empezaron a engrosarse., gano un poco de velocidad, pero momentos antes de que llegara, uno de las protuberancias lo tomo del pie, arrojándolo lejos, al caer dio un giro para levantarse, tomo la catana extendiendo su hoja al máximo y corto los miembros que estaban acosando a Orlando, este al tener un respiro tomo sus armas pequeñas y acribillo a disparos al anciano.

Los tentáculos empezaron a explotar uno a uno, de ellos salió un líquido amarillento que toco el traje y la cara de Orlando.

-¿Pero qué? – La solución empezó a carcomer el traje y el rostro del hombre regordete, este grito de dolor, sentía como su piel se quemaba destruyendo sus músculos y derritiendo los huesos, perdió al instante un brazo y una pierna, además de que su cara quedo completamente mutilada.

-¡ORLDANDO!- Adolfo desesperado corrió hacia su compañero, esquivando y cortando los tentáculos que impedían su camino.

-No quiero morir, ¡NO QUIERO! –

El cantinero llego hasta donde estaba, observo como poco a poco el liquito empezaba a carcomérselo.

-Lo siento… - Tomo su catana.

-No me mates Adolfo, ¡NO ME MATES! - La mirada determinada del cantinero, empezó a contemplarse con desesperación a las pocas milésimas de segundo y corto a su compañero, Orlando berreo de dolor, la sangre empezó a salir de su cuerpo, el cantinero hizo los cortes precisos para que aquel liquido no siguiera carcomiéndoselo.

Detrás de él aparecieron un conjunto de tentáculos dispuestos a atacarlo, el cantinero tomo lo que quedaba del cuerpo de su compañero, y comenzó a huir hacia la salida, esquivando todos los obstáculos y embestidas de los tentáculos.

Las acrobacias realizadas por Adolfo, podían poner en vergüenza a cualquier medallista olímpico, la velocidad y destreza ejecutadas hacían que pudiese evadir todo lo que el obispo le lanzase, pero al mismo tiempo no era lo suficientemente rápido para llegar a la puerta principal.

-Maldita sea, ¿Qué hago? – Observo todo a su alrededor, no encontraba algún punto ciego para la creatura, la cual poco a poco empezaba a hacerse más grande, su sonrisa macabra desprendía un aura de muerte y destrucción, y su insana satisfacción lo regodeaba al solo estaba jugando con ellos.

Los constantes latigazos de aquellas gigantescas protuberancias, empezaban a destruirlo todo, Adolfo se encontró acorralado, su compañero estaba desangrándose, el tiempo corría demasiado deprisa, inhalo una bocanada de aire, un pedazo del techo se desprendió y vio el agujero que había creado anteriormente con su pistola en forma de “H”., empezó a correr cargando toda su fuerza en las piernas, esquivo varios ataques, se acercó peligrosamente al cuerpo del anciano, dio un salto encima de él y con toda la fuerza de sus piernas salto hacia el orificio atravesando el techo y saliendo al exterior, contemplo por unos instantes las batallas de todos.

Alberto y Mario acabando con el caballero de la espada, a Mónica empalando a la mole y a una Sofía cayendo después de enfrentar a la mujer del látigo, él no podía fallar, al caer en uno de los balcones de la catedral con el mismo traje empezó a hacer compresas lo más fuerte que pudo y tratando de no lastimar mas a su amigo, aun respiraba aunque se encontraba inconsciente.

-Tienes que vivir… por tu familia- Abandono el cuerpo tomo su catana y se dirigió a encontrarse nuevamente con el alienígena.

Ambos estaban en el tejado, el obispo se movía rápidamente gracias a sus tentáculos, Adolfo extendió la hoja de la catana al máximo y sosteniéndola con ambas manos intento hacer un corte circular, llevándose consigo varias extremidades de la creatura, la cual no se inmutaba ni un poco, y ambos se acercaban más y más., el cantinero corría hacia el cuerpo del viejo cortando y lacerando todo lo que le lanzaba, su masa corporal estaba aumentando poco a poco, los tentáculos no paraban de renacer para intentar nuevamente empalarlo.

El cazador engroso sus músculos, guardo su catana y estando cerca del anciano apretó una de sus protuberancias fue a arremeter contra él, Adolfo giro para esquivarlo tomo el gran tentáculo, apretándolo por la parte endurecida por las crestas óseas y aumento el poder de sus brazos explotándolo bañando al monstruo con su propio veneno el cual empezó a carcomerse, la bestia grito de dolor corroyéndolo a una velocidad impresionante, hasta llegar a los huesos, observo con furia a Adolfo, quien tomo la catana y le corto la cabeza, el cuerpo se desplomo carcomiéndose., pero la transferencia no inicio.

-¿Qué? Maldición número ocho, empieza la transferencia de una puta vez- De pronto todo empezó a temblar, lo cual desequilibro al cazador, de los restos de aquella maza de carne, salió explotando en sangre y vísceras un jovencito engalanado con las mismas vestiduras del obispo, y de su espalda salieron un majestuoso par de alas blancas, sonrió al contemplar a Adolfo y después se precipito hacia él, su velocidad fue tal que este solo sintió el golpe, haciéndolo caer del techo, al impactarse contra el piso, los receptores metálicos del traje empezaron a chorrear el líquido azul., la fuerza del traje se había ido, observo como desde lo alto el ángel iba a volando hacia el para darle el golpe de gracia.

-Oh, no, no lo harás- Mónica se paró frente a Adolfo y recibió la embestida con un poderoso puñetazo en la cara del muchachito, haciendo que este fuera a golpearse contra la pared, el impacto fue tan brutal, que el brazo de la muchacha quedo hecho añicos, ella grito de dolor, todos los huesos de su brazo derecho estaban rotos.

El ángel se incorporó, se acomodó y fue contra ella, la chica jalo su brazo para acomodárselo, se puso en guardia para recibir a su atacante, el anciano que había estado escondido todo este tiempo, salió.

-Cuidado señorita – Advirtió, tomando en su poder un arma pequeña disparándole al ángel, este al percatarlo, fue hacia el embistiéndolo para partirlo en dos.

-¡MALDITO! – Mónica enfureció y fue a atacarlo, al sentir dicha agresión el chico esquivo el ataque de la muchacha, para posteriormente tomarla del brazo izquierdo y arrancárselo, ella sintió como el traje y su brazo se desprendía, desgarrando la piel, tendones y por último el hueso, con una facilidad horrorosa., el ángel la tomo del cuello y comenzó asfixiarla.

Alberto empezó a correr en dirección hacia ellos, mientras el niño y Mario lo observaban.

-No te dejare maldito, ¡Suelta a Mónica! - Alberto sintió una horrible presión en el estómago, incluso dejo dificultad para respirar, pero al sentir la energía del traje recorriendo su cuerpo, aplasto la sensación que le impedía respirar, los músculos artificiales empezaron a engrosarse, tomo la catana extendiéndola al máximo para cortarle los brazos que aprisionaban a Monica, al impactarse con su cuerpo, la hoja de la espada se rompió pero libero a la chica., esta empezó a convulsionar.

Adolfo apareció atrás de Alberto, Mario los acompaño y los tres empezaron a atacarlo, el otaku disparo con su pistola, Adolfo tomo su catana y empezó a intentar cortarlo, mientras que el estudiante intentaba golpearlo a puño limpio.

El ángel, aunque veloz, le estaba costando mantener el ritmo de ellos tres al mismo tiempo, se cubría con sus alas, cada vez que Mario le disparaba, mientras Adolfo estaba blandiendo su catana lo más rápido que podía, Alberto solo tenía un objetivo, quería salvarlos a todos.

Aquella creatura, empezó a batir sus alas muy fuertemente, mandando a volar a todos, de entre sus ropas saco una flauta y empezó a tocarla.

-NO, NO, NO… Esa maldita melodía, no la escuchen ¡NO LA ESCUCHEN! – La advertencia llego demasiado tarde, todos empezaron a sentirse mal, Paola se acercó junto con las niñas, a lo cual el alíen, fue tras ellas lentamente, las infantas se asustaron, pero en un acto de valentía la cazadora tomo su arma y empezó a disparar, al llegar el monstruo con ella este de un manotazo le quito el arma y la golpeo mandándola a volar, las gemelas estaban muertas de miedo., el alíen siguió tocando su flauta, lo cual causo que se sintieran mal, ambas empezaron a vomitar.

Adolfo estaba desesperado, volteo a todos lados, su visión era borrosa, pero en un golpe de suerte, encontró su arma, no estaba muy lejos, pero no llegaría a tiempo, con todo el dolor que sentía se levantó, pero no solo en los dos chicos también lo hicieron, comenzaron a correr hacia la creatura.

-Deténganlo como sea- Ordeno el cantinero, el ángel al notarlo giro y esquivo los ataques, primero golpeo a Mario atravesándole el estómago con el puñetazo.

-MARIO, ¡NO!- La ira de Alberto se desencadeno, y en un impulso lo tomo del cuello apretándolo, el alíen no esperaba tal acción , pero empezó a volar a lo alto llevándose al estudiante consigo, dio un giro y lo arrojo contra el piso, su traje quedo arruinado, rompiéndole también todos sus huesos, desde lo alto él lo iba a embestir, de pronto empezó a hincharse, explotándole las alas, observo a Sofía medio muerta disparándole, se abalanzo contra ella, pero no pudo llegar, Adolfo presiono los gatillos de su arma “H” y este fue aplastado, cayendo al piso, todos sus huesos se sintieron rotos, el cantinero disparo tantas veces, hasta que hizo un charco de sangre, la transferencia inicio.

Fin del capitulo 5

 

Capítulo 6

Nuevos enemigos

 

Adolfo fue el primero en ser transferido, se encontraba jadeando, todo el dolo que había sentido ahora se había ido, miro a todos lados y el niño de secundaria llego.

- ¿Regresamos? Señor… ¿Qué fue lo que paso?

-Tranquilo niño, siéntate y espera – Replico el cantinero, se cruzo de brazos y enseguida fue transferido Mario.

- ¿Sobreviví? –

-Señor Mario… ¡Esta vivo! – Ambos sonrieron, pero Mario busco la luz que trajera también a Alberto., el siguiente fue Orlando.

- Pero ¿cómo es posible? Pensé que... – Le dedico una mirada a Adolfo – Gracias…

-No solo me des las gracias a mí, a Mario le salieron huevos, esta vez por poco no la contamos.

El láser dibujo a las gemelas, las cuales estaban abrazadas y después a Sofía, y en última instancia a Mónica, la cual estaba inconsciente en el piso.

- ¿Dónde está Alberto? – Pregunto Mario, el cantinero recordó como había sido arrojado con brutalidad al suelo, muy probablemente estaba muerto.

En el patio principal de la catedral, se estaban escuchando algunas voces cerca del boquete donde estaba el cuerpo de Alberto.

- ¿De verdad pudieron con él? Menuda fuerza, entonces próximamente nosotros nos estaremos viendo las caras.

La mente de Alberto estaba despierta aun, todo su cuerpo se encontraba destrozado, pero aun percibía el sonido.

-Creo que, nuestras investigaciones, aún no han dado tantos frutos, el viejo no tiene uno de esos trajes negros.

Esas personas lo sabían, conocían su secreto, intento moverse, pero no sentía muy bien su cuerpo, sus sentidos estaban completamente ausentes, como si se tratara de una paralisis del sueño, solo podía medio respirar, pero su cuerpo no respondía.

Su ojo izquierdo tenía una leve visión, lo abrió y sus miradas se cruzaron, un tipo con un traje de color negro y una corbata roja lo estaba viendo, tenía lentes oscuros y su largo cabello estaba amarrado haciendo una cola de caballo.

-Aquí esta-

- ¡Llévatelo! - Alguien le ordeno

-Bien vámonos…-

Cerro los ojos y después se encontró en el departamento., muchos rostros se alegraron, Mario lo veía con lágrimas en los ojos, Paola rápidamente fue a abrazarlo y los demás sonrieron, observo por un momento a Mónica que estaba recargada en una pared, haciendo gesto de desaprobación.

Por fin voy a dar los puntos

Hoy sobrevivieron muchos.

Se dibujaron las letras verdes en la pantalla., las cuales anunciaban la repartición de puntos.

Felicitaciones a los que no murieron

Es hora de repartir los puntos

Cantinero (Adolfo)

Pts. 25

Total: 60

40 más y acabaras

“Me sorprendiste papito”

A diferencia de otras ocasiones a Adolfo se le veía bastante preocupado, solo arqueo una ceja y posteriormente se retiró a cambiarse de ropa, la pantalla de la esfera cambio poco después.

La niñera (Sofia)

Pts. 15

Total: 45

55 más y acabaras

“Casi te mueres perra”

-Tu puta madre también casi se muere pendeja – Sofía estaba bastante cabreada con su comentario, pero se sentía aliviada de que al final pudimos derrotar a esa cosa, la pantalla dibujo un rostro más.

El bodrio de líder (Orlando)

Pts. 0

Total: 85

15 más y acabaras.

“De no ser por el cantinero, estarías muerto”

 

A Orlando se le vio demasiado triste, Sofía le puso una mano en la espalda en señal de apoyo, ambos estuvieron en situaciones extremas., la pantalla no espero un momento más para ir al próximo cazador.

 

Otaku (Mario)

Pts. 10

Total: 28

72 más y acabaras

“Te superaste ti mismo, de pronto no eres tan desagradable”

 

Mario estaba bastante alegre por su puntuación, era su cuarta misión y el aumentar sus puntos hizo que se alegrara.

-Lo hare mejor, ya verás…- alzo su brazo derecho en señal de victoria.

-Vamos, de no ser por Alberto, no tendrías esos puntos – dijo sarcásticamente Mónica a lo lejos.

La sádica (Mónica)

Pts. 15

Total: 38

62 más y acabaras

“Eres la hija de perra mas grande que he conocido”

-JA, con adular no ganas nada maldita perra, perra- Al igual que Adolfo la chica del cabello ondulada salió a una de las habitaciones a cambiarse ropa.

Niña (Paola)

Pts. 0

Total: 0

Te faltan 100

“Ven un poco mas y ganaras”

 

Paola no le dio demasiada importancia y también se dirigió a cambiarse, quedaban aun cuatro personas.

Betochu LOL (Alberto)

Pts. 0

Total: 5

95 más y acabaras.

“Necesitas mejorar, la próxima no dejes que te roben los puntos”

 

-Lo siento Al, termine matándolo yo-

-No pasa nada Mario, me alegra que saliéramos vivos-

El vínculo de confianza entre ellos, era un poco más fuerte, la pantalla cambio una vez más.

Llorica (Sebastian)

Pts. 0

Total: 0

100 más y acabaras.

“Lloras mucho, animas mucho”

 

-Ni siquiera sé que paso, ¿Puedo irme a casa señor? – A pesar de la horrible experiencia, el niño parecía lucido.

-Espera un momento, cuando termine de dar las puntuaciones, la esfera nos dejara salir.

La muda (Xochitl)

Pts. 0

Total: 0

100 más y acabaras.

“Necesitas venir mas”

Voltearon a ver a una de las niñas gemelas, la cual estaba muy triste, y su hermana respondió.

-Ella no puede hablar, es sordomuda

Esclava de la muda (Ximena)

Pts. 0

Total: 0

100 más y acabaras.

“La próxima no creo que sobrevivas”

 

Se presentó a Alberto y compañía, los demás salieron despavoridos de aquel lugar, Ximena y Xochitl de la Madrid, unas gemelas que había muerto tras ser envenenadas por fármacos más administrados, Vivian en la zona norte de la ciudad en un barrio modesto, Sebastián que aún estaba incrédulo de lo que había pasado, dijo que supuestamente él había muerto por el ataque de un asaltante en su colonia, cuando había ido a la papelería.

Todos se despidieron, Mario se fue a casa y acompaño a los niños a tomar los autobuses nocturnos, Alberto se quedó solo, pensando en lo último que había escuchado, además de ver a los tipos vestidos de oficinistas, ¿Cómo los habían encontrado? También recordó que Adolfo no les había compartido la información supuestamente importante, se sento en una banca de la calle que se iluminaba bajo una farola.

-¿Y ahora qué? Sobreviví por poco, la próxima vez es seguro que moriré.

-No te desanimes Alberto… si seguimos juntos sobreviviremos como hasta ahora – escucho la suave voz de una chica, era Paola, quien se acercó a él, para luego sentarse a su lado.

-¿Qué haces aquí? Pensé que ya estarías en tu casa.

-No es como que me esperen en la casa de mi madre, a estas horas seguramente esta ahogada en alcohol., además quería saber si te gusto mi pequeño presente – Alberto sonrio al recordarlo.

-Es muy bonito, la verdad me gusto, muchas gracias… yo no tengo algo para ti, prometo que te conseguiré algo.

-No tienes que preocuparte, lo hice como un agradecimiento… hoy volviste a dar lo mejor de ti, sé que Adolfo acabo con esa cosa, pero de no haber sido por ti, todos habríamos muerto.

-Me estás dando demasiado merito Paola, estaba muerto de miedo, al final actué sin pensarlo mucho, en el calor de la batalla lo único que me ayuda es impedir que esas cosas sigan matando, pero cuando la sangre se enfría, me siento mal de arrebatar vidas., tal vez soy un hipócrita – La chica se acercó un poco más a él.

-Nadie nos dio a escoger estar en estas matanzas, ya lo ves, ellos simplemente nos atacan, no tenemos opción siquiera de hablar con ellos y saber la razón de que empiecen a matar humanos, para ellos tal vez solo somos comida, la vida humana es valiosa y debemos protegerla, ¿no crees?

-Lo sé, pero jamás me vi a mi mismo como alguien que se distinguiera por luchar, al contrario soy del tipo que esperaba a que alguien más resolviera las cosas, un tipo normal, tratando solo de vivir su patética y mundana vida.

-Creo que te subestimas mucho, no eres patético para nada y sabes ¿Por qué?- Esas palabras captaron su atención, y volteo a ver a esa hermosa jovencita.

-Dímelo., porque yo no lo entiendo.

-Lo intentas Alberto, tú lo estas intentando, todos tenemos miedo, yo… estuve a punto de orinarme del miedo, me siento inútil ante los demás, Sofía es muy fuerte, Mónica es sorprendente, Adolfo es el líder, los demás también tienen sus capacidades, yo no tengo nada, tengo miedo de intentarlo.

-Tienes una extraña forma de hacerme sentir un poco mejor ¿sabes? Te lo agradezco Paola, si un día me necesitas, solo búscame y tratare de ayudarte.

- ¿Lo que dices es cierto?

-Sí, de verdad lo digo…

- ¿Puedo quedarme en tu casa esta noche?

- ¿Qué? ¿hablas enserio?

- Lo lamento no debí decirlo, lo siento…

-No, espera no dije eso, es solo que… no tengo mucho espacio y estaríamos apretados… es un cuarto de estudiante.

-Solo necesito un espacio pequeño, dormiré en el piso sino tienes otro sitio – Sus ojos suplicaban la ayuda de Alberto, y este no tuvo corazón para decirle que no.

-Ya veremos cómo nos acomodamos, ven vamos, necesito dormir un poco.

A lo lejos en un edificio, los observaba Mónica, con una cara de recelo, le fastidio el hecho de que ellos dos estuvieran juntos.

Fin del tomo 2